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© Rodrigo G. Racero



Poema

Rodrigo G. Racero

SIN SALIDA Del sueño de la noche desperté, y caminé por la ciudad como por un laberinto de calles y de enormes edificios. "Tú eres el camino, aunque lo ignores", dijo una voz que retumbó en mis oídos. Ahora no sabía si estaba despierto, o aún permanecía dormido. "Lo cierto es que me siento aquí perdido", me dije a mí mismo. Es este un mundo extraño, el mundo en el que vivo desde hace algunos años. Salir quería de allí y buscaba la salida. La vigilancia estaba atenta, nadie podía huir de aquel lugar. Alguien decía que había un sitio secreto para poder escapar; pero que había que pagar dinero. No se podía salir vivo, decían otros, tenía que ser muerto. La muerte acechaba en todas partes. Con pasos firmes caminaba por la calle y alcanzaba con su aliento, a todo el que no estaba alerta y atento. El miedo iba cruzando las esquinas y embargaba el corazón de los seres honestos. Caer podía cualquier día, en cualquier momento, en el instante menos esperado. ¿Porqué se despreciaba la vida? ¿Cuál era el motivo por el que se mataba? Eran las ideas, sí, las ideas eran las que apuñalaban a las personas, y entre ellas se odiaban. ¿Estaría viviendo dentro de mi sueño? Quizá no era real lo que ocurría, o el producto era de mi loca fantasía. Era como una mala pesadilla que se extendía en el sopor del sueño, con sangrientas imágenes y muertos, víctimas inocentes del terror. ¿Era lo que pasaba un castigo de Dios? ¿Qué mal había hecho el hombre contra el Creador para merecerlo? ¿Cómo poder saberlo? Sojuzgaba el hombre al hombre y le obligaba a aceptar, y a creer ideas extrañas al raciocinio. Se mezclaba el cielo y el infierno; y cada cual buscaba en el mundo su camino. ¿Cómo escapar poder de allí ileso? ¿Debía sobornar algún guardián? ¿A quién pedir debía consejo? Había oído hablar del Dios que predicaba el amor entre los seres. ¿Cómo llegar a conseguir unirme a ellos, a los que predicaban tal doctrina? ¿Serían éstos de verdad sinceros? Todo era duda rodeada de misterio. Algún día, quizá algún día supiera el secreto; pero tal vez sería ya tarde, y cerca estaría del reino de los muertos.

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