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CAPÍTULO 3 |
Había acabado de beber su cerveza, y como no tenía intención de
pedir otra, se levantó y salió a la calle. Hacia algo de viento y el
cielo amenazaba lluvia. Comenzó a caminar despacio. Pensó en la
conversación de aquellos dos individuos. De verdad que parecía
extraño, pero ambos coincidían con sus propias cavilaciones, en
muchas de las cosas que habían dicho. |
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Desproporción interesada del conflicto estilístico, de las diferentes
operaciones del mundo inicuo y categórico. Demencial, cerebral
institución del planeta humano, que circunda en la desesperanza de
las guerras religiosas y de los problemas económicos. Una
incontable, indescriptible, a la vez que imperdonable, irracional y
obtusa sinrazón del individuo destructivo en sumo grado; dentro de
una descomunal degradación fanática del resentimiento colectivo,
de los que pretenden abarcar el poder del Mal. |
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de haber en todo ser humano. ¡Es tan grande la
iniquidad surgente, tan despiadada! Parece que el fracaso de la
humanidad esté programado. Dios está horrorizado de su obra, y ha
dejado en manos del hombre su propia salvación. El hombre tendrá
que hacer un descomunal esfuerzo, para tratar de salir ileso de su
propia aventura, en este planeta, perdido en el espacio infinito del
universo. Así son las cosas en ese mundo, al que debéis procurar no
tornar nunca jamás..." |
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pretenden arreglar el mundo, pero que en realidad tan sólo piensan,
sus creadores, en buscar su propio provecho, con las cuotas que
seguramente pagan todos los miembros que pertenecen a la misma. |
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comulgar hacia dentro, buscar en nuestras almas y convencernos de
que en la unión y el amor estaba la salvación. |
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condena eterna por el pecado. La nada tras la muerte de lo
puramente físico, se resiste a un profundo analice del pensamiento
crítico de la razón. Lo absurdo que parece dejar de ser algo, para
después llegar al fin y no ser nada. Se podría argumentar que, como
unidades dejamos de ser algo, pero seguimos siendo en cuanto nos
procreamos en nuestros hijos; aunque siempre estaría latente la
pregunta sobre nuestra intimidad. La personalidad de cada uno de
nosotros es única e irrepetible, y esto sí dejaría de ser tras la
muerte; si pensamos o creemos que no existe un más allá, donde de
algún modo continuemos como ser único espiritual, si negábamos
esta posibilidad al yo, de ser espíritu en un estado puro alcanzable,
en otra especie de vida no orgánica, que se pudiera unir a la
grandeza de la gloria de Dios, si se apostataba, como pensaba, esta
posibilidad, se perdía toda esperanza de un orden de la bondad; el
caos y la maldad se apoderarían del ser y reinaría el desequilibrio
en la vida terrenal. |
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Entró en un salón de juegos. Había máquinas tragaperras con
atractivas y seductoras luces de colores, futbolines y billares.
Estaba bastante concurrido aquello. Mucha gente joven había allí;
eran casi niños la mayoría de ellos. Se acercó a una de las mesas de
billar; los jugadores aquí eran personas más mayores, y por lo que
notó, jugaban al dinero. Estuvo un buen rato observando la
habilidad que tenían en hacer carambolas. Él había jugado alguna
vez, pero su juego dejaba mucho que desear. La verdad era que él
no tenía la destreza necesaria para aquello. Era un juego, pensaba,
en el que había que concentrarse aparte de ser hábil, pero sus
pensamientos siempre tomaban otras derrotas. |
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Daniel no comprendía bien el porqué, pero notó que aquel le miró
intensamente antes de responder. Al fin, tras un breve instante
contestó: |
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completó veinticinco. Ya tenía José cuarenta y cinco, y él tan sólo
siete. ¡Menuda paliza le esperaba! Jugó y logró hacer tres. |
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Se fueron efectivamente a un bar que estaba cerca de allí, en una
calle estrecha. Había mucha gente, estaba abarrotado. El murmullo
de las personas hablando inundaba el local. |
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-Sí, pero preferiría tener un trabajo estable que me diera seguridad
para el futuro. Así todo está en el aire, y el porvenir me angustia a
veces. |
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alguna chica, con vista a poder formar una familia el
día de mañana. Por suerte, podría decirse, aún no había encontrado
la mujer que lo hubiera podido enamorar. Pintaba y escribía
cualquier cosa por afición, pero tener éxito en ninguna de éstas dos
materia era una ilusión, un sueño poco menos que irrealizable. |
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un trabajo estable que nunca llegaría. Siempre
esperando la ayuda de algún conocido. Tenía que ser él el que
tomara las riendas de su vida en sus manos para cambiarla. Algo
debía de hacer, pero ¿qué? A veces había pensado enrolarse en el
ejército como voluntario, mas era la verdad que la vida militar no le
seducía en absoluto. |
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empezaban a blanquear, aunque más blanco era el poco pelo que le
quedaba-. Créeme que he hablado con un montón de gente, pero...
sería más fácil si fueras carpintero, albañil, o mecánico de cualquier
cosa. Compréndeme, no quiero que te sientas ofendido, no es
tampoco ningún reproche, sé que tú no tienes culpa de nada. Las
circunstancias han dado esta situación. Quizá pudiera colocarte en
el ayuntamiento; pero aún no lo tengo seguro, hay mucha gente que
intenta entrar, y sé que algunos de ellos están bien preparados y
tienen mejor recomendación que la que yo te pueda dar. ¿Entiendes
lo que te quiero decir? En fin, ya veremos. |
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el científico, quizá también en el político, en fin, en todo aquel que
hubiese logrado tener éxito en aquello que más anhelaba en la vida.
Cansado de pasear, y viendo que se acercaba la hora de comer,
entró en un restaurante, más bien "casa de comida", y pidió el
cubierto del día. |
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conseguirlo. En las paredes, en los muros se veían los carteles de
propaganda desgarrados, azotados por el viento, como pequeñas,
como grotescas banderas derrotadas, que nada ya anunciaban. Todo
era igual que una extraña pesadilla: Su soledad, su vida en este
mundo absurdo para él, donde no hallaba el sentido de la vida. Era
como un sueño no vivido, como una nostalgia inconcreta, de algo
que no sabía definir. Hacía tiempo que pensaba que a su muerte, le
gustaría ser arrojado en el espacio infinito; tan sólo la idea de flotar
en la inmensidad, fuera del planeta, le seducía al mismo tiempo que
le causaba horror ese permanecer ondeando en la eternidad y caer,
caer constantemente hacia ningún fin, hacia una siempre, perenne
armonía de planetas y estrellas. |
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temas danzaban inconcretos sin tomar forma, no era capaz de
prender, de fijar, de ahondar en la trama de una obra que le
satisfaciera plenamente. |
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