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CAPÍTULO 14 |
Daniel cerró de inmediato los ojos, después de haberlos abiertos. |
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muy alta velocidad para el lugar por el que transitaba, y rebasaba
con mucho la que allí era permitida. Además circulaba sin carné ni
seguro. |
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mundillo, conocer a gente, tener amigos o conocidos que le echaran
una mano. Sobre todo tendría que tener suerte, mucha suerte. |
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Tenía sed y entró en un bar a tomar una cerveza. Fue a sentarse a
una mesa que halló libre y en ese preciso momento, oyó que
alguien tras él decía: |
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-¿No nos hemos visto ya en cualquier otro lugar? -preguntó ella. |
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Daniel se quedó pensativo. Que encuentro tan raro, pensaba.
Advirtió que la cerveza de ella había quedado intacta. Terminó con
un encogimiento de hombros. Llamó al camarero para pagar, pero
éste le contestó que la señorita ya lo había hecho. |
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cuanto Él es el todo que impera, tiene que abarcar necesariamente
también al Mal. |
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se haga más fuerte y unido para defenderse con la bondad y la
justicia. |
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-¿Y bien? ¿Qué le han dicho? -preguntó Daniel con curiosidad,
pues no era frecuente que alguien le llamara, apenas tenía amigos.
Pudiera tratarse de algún trabajo, pensó. |
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la muerte; que el ser se debe transformar en algo nuevo. Mas dudo
que se tenga conciencia en el más allá de que se ha estado, o vivido
en este mundo. ¿Por qué me lo preguntas? |
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-Comprendo perfectamente tu incredulidad. Pero es posible que
Tania quiera hacer buenas acciones, para ganar el cielo, quiero
decir el favor de Dios en el más allá. |
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otra vez tenía que volver atrás en aquello que leía. Terminó
dejándolo. |
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allí sentada a una mesa, junto a la ventana, con una buena vista al
exterior. |
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muchas otras cosas; el ser humano está dispuesto a hacer toda clase
de fechorías -argumentó Daniel. |
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-Una cosa es hablar, especular, suponer que quizá..., y otra muy
diferente creer que es así -aclaró Daniel. |
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-Todas las grandes religiones han terminado partiéndose en sectas,
por diferencias de criterios en el entendimiento dogmático de la
misma. El hombre raramente es capaz de ponerse de acuerdo.
Filosofía y teología están en un eterno enfrentamiento. |
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-Pues la verdad es que sí. Me dijo que fuera a verle; él tiene mucha
influencia, conoce a mucha gente y de seguro que te podrá ayudar. |
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brevemente el timbre. Esperaron, y unos segundos después se abrió
la puerta. Un hombre alto y enjuto apareció, y les preguntó qué
deseaban. |
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-Sí, claro, ya está todo preparado. Tengo todos sus datos -dijo
dirigiéndose a Daniel. Abrió un cajón de su mesa de escritorio y
sacó una tarjeta que entregó a Daniel-. Vaya mañana mismo a esta
dirección. Ese señor le proporcionará un trabajo; espero que sea de
su agrado -se alzó de su asiento y alargando la mano que Daniel
estrechó, se despidió con un-: Le deseo mucha suerte. |
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-Si quieres te puedo acompañar mañana. Conozco esa dirección, sé
por donde cae. |
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No se le apartaba de la cabeza Carmen. Se daba cuenta que ella
empezaba a interesarle demasiado. Se asustó al pensar que se podía
estar enamorando, y esto no le convenía en absoluto; su situación
económica no le permitía tener relaciones, que podían desembocar
en algo serio. Ahora advertía que él nada sabía de ella, en tanto ella
sí que lo sabía prácticamente todo de él. Era raro, no se le había
ocurrido preguntarle lo que hacía, ni dónde vivía, ni qué afición
tenía; ella de un modo quizá habilidoso, había llevado la
conversación siempre por el tema que le importaba, o que deseaba. |
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Releyó el cuarto verso de la tercera estrofa: "Esta certeza de saber
la suerte." Sí, era verdad, la única certeza que tiene el hombre, es
que al final espera la muerte, esa es la suerte última para todos. |
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-Vamos, no seas huraño hombre, te sentará bien. ¿Qué es lo que te
preocupa? ¿Por qué estás tan evasivo? |
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Todos queremos imponer nuestras ideas y principios a los demás, y
para conseguirlo empleamos diferentes tácticas; pero esta que va
provocando la muerte, es la peor de todas las posibles, y lo único
que logran, es hacer más fuerte la oposición y el rechazo al
principio que nos quieren implantar, ya sea político o religioso.
Aunque a veces detrás de estas cosas, se suelen ocultar intereses
puramente económicos -razonó Daniel. |
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-La conversación es en verdad muy interesante, pero creo que va
siendo hora de acudir a esa cita -dijo Daniel mirando su reloj. |
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Daniel sintió como un electrizante escalofrío que le recorrió todo el
cuerpo, al oír el nombre del pueblo, pero se contuvo, y acertó a
decir: |
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eran como muñecos puestos allí por la mano de un artista para la
decoración de un teatro. |
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-No puede ser; nadie se parece a él -dijo Carmen como hablando
para sí misma.
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