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© Rodrigo G. Racero




LA ANTESALA DE LOS MUERTOS


CAPÍTULO 13


En el castillo negro se advertía cierta agitación. Todo se preparaba para recibir a una destacada personalidad del mundo del Mal. Era un enviado del mismísimo Satanás.
Tania había hecho bien sus deberes, y tenía un sin fin de adeptos dispuestos a luchar por ella contra Miguel, con el que competía por la supremacía del poder en aquella comunidad.
Se oía rumorear que el mando superior del Mal, buscaba a un espíritu idóneo para hacerlo volver a la tierra, e involucrar a la humanidad en una espantosa guerra, donde más de media población mundial pereciera en el enfrentamiento de los pueblos; por motivos en el fondo económicos, disfrazados de idealismo religioso, aprovechando el fanatismo de algunos en la idea de pertenecer a la creencia del Dios verdadero, en contraposición de las otras religiones con otros dioses.
El plan no era nada novedoso, ya había sucedido y de hecho seguía sucediendo de continuo entre los seres humanos, pero ahora se trataba de dar un paso adelante en la magnitud de los belicosos acontecimientos; debía de ser extremadamente horrible y doloroso, como un castigo divino de espectaculares dimensiones, donde correrían ríos de sangre. El Mal sacaría provecho de esa situación para engrosar de adeptos a su causa, a millones y millones de espíritus.
El candidato allí para optar a tan dignísimo honor, era por supuesto Miguel, Aunque también Tania tenía sus adeptos, que querían que se presentara para conseguir tal nombramiento, por lo que ésta se veía en un verdadero aprieto de tener que disputarle al que fue su padre, la supremacía para ser nombrada soberana del Mal en la tierra, para llevar a la humanidad al caos, la muerte y la perdición.
¿Qué hacer? Se preguntaba Tania, que era en realidad una espía del Bien. Tenía que prever el momento justo para escapar, pero antes quería saber quien saldría elegido, para poder comunicarlo a los __________

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suyos; si era Miguel u otro de cualquier otra comunidad de la región. Aunque corría el peligro, poco probable en realidad, de que fuera ella la elegida. Llevaba varios días de intensas cavilaciones sin saber bien que aptitud tomar. Buscar ahora el contacto con Andrés era arriesgado, no se podía permitir el más mínimo fallo, sería una verdadera catástrofe ser descubierta en este delicado momento.
Optó por ser prudente y esperar nuevos acontecimientos.
Todo llega, y así el día en que se presentó el príncipe del Mal, enviado especial de Satanás, acompañado de un numeroso séquito de pequeños diablos.
Recibido fue con todos los honores que a tal alteza se la debe, en el amplio salón del castillo negro. Todos los adictos del Mal se hallaban presentes allí, inclinados y sumisos al paso de su eminencia.
Se alzó Miguel de su trono de mármol negro, cercado por dos columnas de fuego, y fue al encuentro del príncipe, enviado de su rey y señor Satanás. Se arrojó al suelo delante de él, y éste pisó su cabeza en señal de su supremacía y dominio sobre el mismo. Siguió después su camino y se sentó en el trono.
Miguel, que se arrastró andando a gatas tras él, quedó tendido bajo los pies de su príncipe y superior.
-He venido, empezó a hablar el enviado de Satanás dirigiéndose a toda la concurrencia, para calibrar la capacidad que tenga vuestro jefe, de poder llevar a cabo una misión muy importante, que le sería encomendada, caso de merecer nuestra consideración de que pueda llevarla a buen término. Por eso quisiera antes saber de todos vosotros, si lo veis como un espíritu fuerte, que sabe imponerse, que es riguroso y astuto, que se enfrenta con valor a toda lucha y nunca teme al enemigo, y que tiene la aptitud para seducir y embaucar a aquel que quiere vencer, sabiendo recurrir al engaño, la mentira y la coacción, de ser necesario. Si en todas estas cosas vosotros le dais un aprobado porque merece vuestra confianza, tendría de seguro __________

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la posibilidad de ser elegido. Ahora os debéis poner todos a mi derecha, pasáis delante de mí y me manifestáis vuestro sí o vuestro no, se quedarán a mi izquierda los que estén a favor, y saldrán los que estén en contra. ¿Lo habéis entendido?
Hubo un murmullo de aprobación, y comenzó el desfile.
El primero que delante del príncipe habló, dio su voto a favor de Miguel, así como el segundo y el tercero, el cuarto fue en contra y no sólo se negó, sino que habló a favor de Tania.
El príncipe se levantó y gritó que únicamente había que decir sí o no, sin más añadiduras, no obstante quiso saber quién era esa Tania, así pues la hizo llamar.
Se presentó Tania delante del príncipe del Mal. No quería aparentar indecisión y tomó un aire arrogante ante él. Se arrodilló no obstante en señal de acatamiento y sumisión. Sería demasiado arriesgado no hacerlo.
-Álzate. Dime quién eres tú.
-Mi nombre es Tania, señor. En la vida humana fui hija de Miguel, yo le asesiné.
-Bien hecho. Desearía saber si son muchos los adeptos con los que cuentas, y si es tu intención disputarle el poder a quien ahora lo ostenta.
-Esa fue siempre mi intención. En cuanto al número de adictos que pueda tener, lo ignoro, no puedo en realidad dar una cifra concreta, pero sé que es considerable. Mi trabajo ha sido silencioso. Miguel desconoce que exista un movimiento en su contra.
Miguel desde el suelo soltó una sonora carcajada. Pidió permiso al príncipe y se levantó.
-Los sótanos del castillo están repletos de aquellos que me han traicionados, y sufren una constante tortura por su infidelidad; pero tú esto no lo has advertido, pese a tu astucia y capacidad de seducción al ponerlos en contra mía -dijo Miguel con un brillo de triunfo en la mirada.
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-Por tu incapacidad y falta de previsión, contestó tranquila y pausada Tania, ha venido a perderse una valiosa mercancía, que ahora está en posesión de nuestro enemigo: El poder del Bien.
-¿De qué se trata? -quiso saber el príncipe.
-Sin lugar a duda debe de haber un espía entre nosotros, se apresuró a decir Miguel, y éste, que debo confesar que aún ignoro quién es, nos debió delatar.
-Sí,  pero de qué clase de mercancía se trata,  es lo que deseo  saber -insistió de nuevo el príncipe.
-Vuestra alteza lo debe saber, es el Bien y el Mal que se extrae del cerebro de los muertos, antes de que los espíritus de estos se liberen. Nosotros destruimos el Bien y obtenemos la esencia pura del Mal, que aplicamos después a los espíritus indecisos y débiles que caen en nuestro poder.
-No sospechaba que dominarais esa técnica, ¿cómo la habéis conseguido?
-Tenemos una experta en nuestras filas, se llama Angustia. Ella nos ha revelado dónde se encuentra el punto preciso del hipotálamo, en el que se halla los impulsos que activan las dos fuerzas que conforman la vida, el Bien y el Mal.
-Si os ha sido robada por los ángeles del Bien, es que en verdad habéis cometido una grave torpeza -sentenció el enviado de Satanás.
A Miguel se le notaba la rabia contenida. Un destello en los ojos de Tania delataba una íntima satisfacción. Las palabras del príncipe no eran buenas para los intereses de Miguel, que anhelaba tornar a la vida como el caudillo que dirigiera los males del mundo.
-Continuemos no obstante con la votación, veremos quien tiene en realidad más adictos -dijo su alteza con el tono del que está acostumbrado a mandar.
Continuó aquel extraño proceso de votación. Al final eran más los que estaban a favor de Miguel que los que lo eran de Tania, aunque la diferencia no fue muy espectacular.
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-Bueno -dijo el príncipe-, tengo los datos que precisaba. Recibiréis contestación en breve de los resultados que de ello se derive. No cabe recurso de apelación alguno. Aunque yo optaría por mandaros a los dos juntos;  hacéis buena pareja -parecía pensativo al decir esto-. Pero no está en mi poder decidirlo -concluyó.
Se prepararon los actos de ofrenda a Satanás, a la que todos estaban obligados a participar, y que presidiría el príncipe.
Pasaron a un salón contiguo de enormes proporciones. Todos tomaron asiento a las mesas que estaban distribuidas por todo aquel espacio, sobre éstas se encontraba toda clase de mangares y bebidas para la gran bacanal. En el techo y lo que podía ser las paredes se iban desarrollando escenas, como en una película, que representaban todos los pecados de la humanidad y las abominaciones, perversiones, execraciones dignas de la malignidad más absoluta; donde el triunfo y la supremacía del infierno se alzaba sobre el amor y el Bien.
Los espíritus del Mal se divertían, vociferaban, comían y bebían; fornicaban y asesinaban con la imaginación que aún poseían de sus tiempos de humanos.
El príncipe hizo callar el tremendo estruendo de la plebe.
Se encontraba al fondo del salón, tras un altar, sobre el cual yacía tendida una bella joven desnuda.
La voz del enviado sonó grave y seductora a la vez: De su vientre nacerá el anticristo, el que lleve la destrucción al mundo de los humanos, pues que la maldad se adueñará de sus mentes. Cantad conmigo el himno a su majestad Satanás, dijo, y comenzó:
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¡Oh Satanás, rey del Mal,
el más fuerte y poderoso!
Hágase tu voluntad.

Hágase tu voluntad. (Cantaron todos)

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Tu poder es sublevar
a los pueblos orgullosos
y alcanzar la libertad.

Y alcanzar la libertad. (Repitieron todos)

El mundo dominará.
Seductor y espantoso,
sólo tú señor serás.

Sólo tú señor serás (Dijeron todos)

Crece sin más tu verdad
por el mundo tenebroso.
Sólo a ti hay que adorar.

Sólo a ti hay que adorar (Corearon todos)

Continuó aquella retahíla, rezo o canción durante un tiempo indefinido. Al fin cesó, y se hizo un silencio sepulcral.
Aparecieron unos corpulentos personajes portando un macho cabrío. Degollaron a éste, y dejaron derramar la sangre sobre el cuerpo desnudo de la joven virgen que yacía en el altar. Giró la mujer la cabeza; y Tania quedó asombrada al comprobar que era la viva imagen de ella, en el tiempo de su vida terrenal. No sabía cómo reaccionar, su perplejidad era grande. Oía de un modo lejano las palabras rituales del príncipe al tiempo que seguían bañando de sangre el cuerpo de la joven.
Se prolongaba la desenfrenada orgía de los hijos del Mal.
Tania se retiró discretamente. Ahora era más acuciante todavía la huída. Tenía que decidirse y ponerse a salvo, pues que el demonio que en el futuro pusiera a la humanidad en peligro, nacería por lo visto, de las entrañas de ella misma, ella era la elegida para dar a __________

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luz al hijo de la maldad. Si Miguel era elegido, sería la madre de aquel, que fuera su padre en la vida terrenal.
Tan de repente como fue su aparición, así también de fugaz fue la marcha del príncipe hacia el castillo rojo, que se hallaba en el centro del mundo, donde reinaba Satanás.
Todo lo que había visto en el templo del Mal con la intuición de su espíritu, era un anticipo, como una profecía de lo que ocurriría en la vida cuando volviera a nacer, pensó Tania, si no lo podían antes evitar.
Había pasado ya un tiempo considerable y aún no se tenían noticias del alto mando del Mal. Tania tenía ahora la certeza de ser enviada al mundo. La pregunta era con quién. Seguro que lo tendrían ya decidido los demonios encargados de analizar la capacidad e idoneidad de ellos en la vida terrenal, de llevar al término deseado, la operación de opresión y guerra a todos los pueblos de la tierra.
Tenía que arriesgarse a ponerse en contacto con Andrés, le comunicaría todo lo que sabía, incluso el que ella misma había sido elegida para volver a la vida tangible, para parir allí al ser que fuera la causa del anunciado Apocalipsis sobre la vida terrenal. Se debía evitar por todos los medios posibles que tal cosa sucediera; por eso tenía que poner en estado de alerta a la comunidad del Bien para, llegado el caso, pudieran ponerla a salvo, si ella misma no pudiera escapar, o fuera descubierta.
Consiguió Tania un día escabullirse, pudo desaparecer sin que nadie lo advirtiera y se puso en contacto con Andrés en la ciudad, al que puso al corriente de los últimos acontecimientos. Andrés, así como también Salomón tenían espías en el castillo negro, pero nada sabían los unos de los otros. Esto era así para, en caso de que alguno fuera descubierto, no pudiera delatar a sus compañeros.
Andrés dijo a Tania que no volviera al castillo negro, mas ella quiso estar hasta el último instante, aunque era consciente del peligro. Consideró Andrés que en esta particular circunstancia, pondría sobre aviso a sus espías para que ayudaran a Tania, si se
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diera un momento de gravedad en el que ella corriera peligro, y se lo comunicaría a Salomón para que éste hiciera lo mismo.
Todavía pasó algún tiempo, hasta que al final llegaron las noticias del alto mando del Mal, en el que se ordenaba se hicieran presente ante Satanás, Miguel y Tania.
Todo se desarrolló de un modo tan inesperado, que a pesar de que Tania estaba alerta, la sorprendió, y no encontró la más mínima ocasión de comunicar a Andrés lo que acontecía.
Tuvo que demostrar entereza y afrontar la situación, con el riesgo que ello conllevaba.
No sabía si Andrés y también Salomón, hubieran tomado alguna medida para afrontar tal situación, pues ellos estaban ya por ella, puestos sobre aviso.
Efectivamente, Salomón y Andrés habían puesto ya en alerta a todos sus espías, para que actuaran en caso de acuciante necesidad. Se había dado a conocer con una contraseña secreta, y estaban pendientes de todo lo que ocurría en el castillo negro.
Formaban un contingente suficiente para afrontar la no fácil empresa de atacar al grupo que escoltara a Miguel y Tania hasta el gran castillo rojo, mansión de Satanás.
Casi de inmediato, de un modo más bien apresurado, se pusieron en camino Miguel y Tania, acompañados por un gran número de aguerridos espíritus, dispuestos a defender a sus eminentes jefes en caso de necesidad, y llevar a buen término la misión encomendada.
Los espías del Bien se quedaron un tanto sorprendidos, al ver que los acompañantes eran en cantidad muy superior a lo que ellos esperaban.
Con cautela partieron dos para avisar, y pedir ayuda. Cada uno partió a su lugar, al palacio blanco y a la ciudad.
Así supieron Andrés y Salomón, de la marcha de Miguel y Tania para tener la entrevista con su señor Satanás.
Una tropa de espíritus armados con aquellas características lanzas se formó, que partieron del palacio blanco y de la ciudad, al mando __________

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de Ernesto iba, al que le fue encomendada la misión de rescatar a Tania en primer lugar, y hacer prisionero a Miguel, si ello fuera posible.
El conjunto de espías del Bien se dividió en dos, unos partieron al encuentro de Ernesto, el otro se quedó observando el movimiento de aquellos que se dirigían al castillo rojo, escoltando a Tania y Miguel.
Enterado Ernesto por los espías que le avisaron, de la fuerza y número aproximado de los belicosos espíritus que protegían a Miguel y Tania, expuso su estrategia: Dividiría a los suyos en dos grupos, uno, el más grande o superior, se adelantaría y atacaría de frente al enemigo, en forma de media luna, el otro se mantendría detrás a prudencial distancia. Si como esperaba, los suyos en la lucha empezaban a inclinar la balanza de su parte; retrocedería de seguro un pequeño grupo de los espíritus malignos, tratando de poner a salvo a Miguel y Tania, pero él estaría allí esperándolos, y sería cosa fácil apresarlos.
Pusieron como se suele decir manos a la obra. Atacaron con furia los espíritus, ángeles de la parte bondadosa del Creador, a las huestes malignas de Miguel, estas se vieron sorprendidas, pues nunca esperaban que un posible ataque les viniera de frente. Pelearon no obstante y se defendieron sin temor, y con toda la saña de que son capaces esos espíritus alados como murciélagos, defensores de la maldad.
La supremacía de los espíritus del Bien, con su elegante volar cual libélulas, se fue imponiendo de un modo acelerado y contundente, empleando con maestría el manejo de aquellas extrañas lanzas que Daniel, que también participaba en la lucha al igual que Carmen, ya sabía perfectamente utilizar.
Como Ernesto había previsto, un reducido grupo de ellos, con Miguel y Tania en el centro, comenzaron la retirada tratando de poner a salvo a sus superiores. De inmediato fueron rodeados por Ernesto y los suyos, que tras una breve escaramuza, rescataron a __________

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Tania e hicieron prisionero a Miguel, el cual apenas opuso resistencia.
Samuel, y un destacamento de espíritus valientes, entre los que se encontraban Daniel y Carmen, condujeron con rapidez a Miguel y Tania al palacio blanco.
Ernesto continuó la lucha contra los adictos al Mal, que no tardaron mucho en sucumbir. La verdad es que algunos lograron escapar, y bastantes de ellos fueron cogidos prisioneros.
Volvieron victoriosos al palacio blanco, donde fueron recibidos con alegría, júbilo y alborozo por todos los espíritus del Bien, con Salomón a la cabeza.
Miguel fue encadenado en una estrecha celda, donde apenas podía moverse, en lo más hondo de los sótanos del palacio blanco; y allí permanecía en constante vigilancia.
Tania estaba al fin satisfecha de su trabajo en beneficio del Bien; contenta de haber hallado de nuevo el camino que la llevaría a perfeccionarse, para conseguir el perdón, y poder entrar en la grey que recibe la bondad de Dios.
Los espíritus de José y Tania, estaban hermanados ahora en una perfecta armonía, libre ambos de la pasión que los había arrastrados y obsesionados, no sólo durante su vida terrenal, sino también en parte su etapa espiritual.
Todos estaban en el palacio blanco en estado de máxima alerta. Esperaban que tras la aparente calma, rugiera la tempestad.
Un día apareció Salomón con el semblante grave. Se apreciaba en su aptitud que algo le preocupaba profundamente. Hizo reunir al consejo. Todos más o menos sospechaban lo que se les iba a comunicar. Oyeron atentamente hablar a Salomón.
-He recibido un comunicado de uno de nuestros espías, donde se me advierte que el Mal está preparando una ofensiva, que en breve estará lista, a tan gran escala, como nunca jamás hasta ahora lo habían hecho. Su objetivo es lógicamente librar a Miguel y Tania, a la que aún consideran suya. Para ello han conseguido reclutar a __________

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grandes ejércitos de malignos espíritus, dispuestos a ganar la batalla y conseguir sus propósitos de poder rescatarlos.
Nadie habló ni hizo comentario alguno, todos parecían tristes y resignados.
Daniel se extraño de aquello. Todos parecían abatidos ante sus ojos, como si no tuvieran respuesta, ni nada que oponer ante la amenaza que al parecer se cernía sobre ellos.
-Pero bueno, no comprendo vuestra aptitud ante el peligro; siempre hemos luchado y últimamente hemos vencido. ¿Por qué ahora la cosa es diferente?
-Debo confesar que es culpa mía -dijo Salomón-. No he sabido prever lo que se nos venía encima, tenía que haberme dado cuenta, de que esto es lo que sucedería. Ahora es ya quizá tarde para reaccionar con la necesaria eficacia.
-Si mal no recuerdo -comentó Daniel-, creo haber oído que este palacio es inexpugnable.
-Lo es -contestó Salomón-; pero el cerco se puede prolongar indefinidamente, y todos nosotros debemos salir; si permanecemos encerrados, no podremos cumplir con nuestra misión, que es ganar almas para el amor de Dios, y así, de ese modo, nosotros también ganar su bondad y formar parte de Él. Si intentamos salir, seremos de inmediato derrotados ante la abrumadora fuerza del enemigo, y nuestro destino será aún peor.
-Salgamos ahora mismo -propuso Ernesto-. Huiremos a otras comunidades. Miguel quedará aquí, sellada será su celda para toda la eternidad.
-La empresa es alto arriesgada -dijo Salomón-. Seguramente ya están cerca, o quizá estén al acecho. Si lograran coger tan sólo a uno de nosotros, lograrían a través de la tortura, o inyectándole el suero de la esencia del Mal, hacer que éste delatara la composición inmaterial con la que está fabricado el palacio, con lo que podrían derribarlo y poner a salvo a su jefe, Miguel, al que pretenden enviar a la tierra, como el demonio que lleve a cabo todos los males que sufrirá el __________

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mundo en los tiempos venideros. Eso es lo que temo -concluyó apesadumbrado Salomón.
-Nosotros -dijo Carmen-, quiero decir Daniel y yo, podríamos usar el mismo camino que ya en otra ocasión utilizamos. Podríamos tener éxito si partimos ahora mismo; tal vez todavía no se hallen tan cerca, y pasemos desapercibidos.
Un corro de aprobación fue la respuesta de todos los presentes.
-Creo sinceramente, que esa sea quizá la única posibilidad de éxito que tengamos -dijo Samuel, y los demás lo reafirmaron.
-Sea pues la voluntad de la mayoría -consintió Salomón-. Sólo os digo que debéis ser precavidos, y ante el más leve peligro, mejor retornáis.
-Yo no conozco para nada la formula de la construcción del palacio -dijo Daniel-. Podría intentarlo yo solo; si me apresan, nada podré delatar, puesto que lo ignoro.
Daniel intentaba librar a Carmen de un posible riesgo.
-Eso no es factible -dijo Ernesto-, tú no sabrías contactar con las otras comunidades. También existe el peligro de que en cualquier momento imprevisible, puedas despertar, y tornes a tu vida terrenal. En tal caso estaría nuestra esperanza de salvación truncada, y ya no tendríamos ninguna otra posible alternativa.
-Sí, eso es cierto -corroboró Salomón-. Marchad los dos, pero os lo repito: Sed prudentes, tened mucho cuidado.
Carmen y Daniel así lo prometieron, y se apresuraron a ponerse en marcha.
Bajaron al sótano como lo hicieran la otra vez, y tras abrir aquella puerta secreta y recorrer aquel largo pasillo, escaparon por las raíces del árbol, que se hallaba a buena distancia del palacio blanco. No vieron nada en su alrededor. Se quedaron durante un tiempo, quietos en la fronda del árbol. Oteaban la lejanía, pero nada advirtieron que les hiciera sospechar de algún próximo peligro.
Más animados, emprendieron una fugaz huida.
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Carmen eligió una apartada ruta poco frecuentada, y consiguieron al fin sin ningún tropiezo, llegar a la comunidad más próxima de adictos espíritus del Bien.
La suerte quiso que Carmen encontrara a unos conocidos, que prontamente los condujeron a presencia del jefe, cuando ésta les aclaró que el motivo de la visita, era sobre un asunto de alta gravedad, y que su superior debería conocer de inmediato.
Fueron recibidos por el señor de la comunidad, en un amplio salón, de una blancura inefable. En todo el contorno de los muros, se advertían unas idílicas figuras de escenas campestres y de inmensos campos verdes, bosques y montes, ríos y mares, y toda clase de animales domésticos y salvajes. Sentado en su dorado trono, y rodeado de los que de seguro eran sus hombres, o quizá debiera decirse, sus espíritus de confianza.
-Se me comunica que tenéis algo de suma importancia que debemos saber. ¿De qué se trata? -preguntó aquel barbudo anciano de blancos cabellos y serena mirada. Así lo veía Daniel, aunque sabía que en verdad era un espíritu; pero su imaginación ponía rostro y figura a todos ellos, pues no conseguía imaginar cómo serían los espíritus en su dimensión.
Carmen hizo una leve inclinación de cabeza, que Daniel imitó, y comenzó a hablar:
-Somos enviados de Salomón. Venimos para solicitar ayuda en un asunto de extrema importancia: está en juego la existencia del Bien sobre la tierra.
-Explícame, ¿a qué se debe tal circunstancia?
-Miguel, el jefe del Mal en nuestra comunidad, ha sido elegido para volver al mundo con la misión de enseñorearse del planeta, e imponer el Mal, y que éste sea el que reine en los siglos venideros.
-Pero, ¿qué poder hacer? ¿Qué fuerza podrá impedirlo?
-Nosotros lo hemos hecho prisionero, cuando se dirigía al castillo rojo para ser recibido por Satán, el cual le iba a dar las necesarias instrucciones. En estos momentos, seguro que un enorme ejército __________

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del Mal rodea el palacio blanco. El cerco que mantengan será insoportable para nosotros, que impedirá nuestra salida, nosotros hemos logrados escapar de puro milagro, y no podremos cumplir con nuestro deber de ganar almas para el Bien.
Por otro lado existe la posibilidad de que logren de cualquier forma penetrar en el palacio, rompan nuestras reducidas fuerzas, y liberen a Miguel, lo cual sería una verdadera catástrofe para el planeta tierra.
-Y qué pretendéis que hagamos nosotros. Nuestra comunidad tampoco es muy grande. La verdad es que seríamos de poca ayuda, pero no obstante estamos dispuestos a seguiros en lo que haga falta.
-La idea es que vosotros enviéis tantos emisarios como os sea posible a las próximas comunidades, y que estas a su vez envíen a otras, y así sucesivamente, hasta conseguir reunir a un gran ejército que se pueda medir al del Mal, para hacerle frente y procurar ganar la batalla.
Justo en aquel momento apareció un joven espíritu dando la voz de alarma, se acercaban veloz como el viento, una horda de espíritus malignos en actitud beligerante.
-Rápido -dijo el jefe de aquella comunidad-, que partan una veintena de mensajeros a las cercanas comunidades a dar la voz de alarma. Vosotros los acompañaréis -añadió dirigiéndose a Tania y Daniel-. Los demás nos enfrentaremos a ellos para cubrir y asegurar vuestra marcha.
Los espíritus de aquella comunidad salieron dispuestos a la pelea, armados también con aquellas lanzas, que era al parecer la única arma que allí existía, y era común a todos.
Tania y Daniel huyeron presurosos a la cabeza de aquel grupo de emisarios. Cuando tras un tiempo lograron poner una gran distancia de por medio, se separaron los mensajeros, partiendo cada uno a un lugar distinto, para alertar a todas las comunidades del mundo del Bien, a participar en la gran lucha contra el poder del Mal.
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La llamada a la defensa del poder del Bien surtió el efecto deseado. Se consiguió formar numerosos ejércitos que se alzaron en todo el mundo, para luchar e intentar alcanzar la victoria sobre el poder de Satanás.
La guerra de las guerras se avecinaba. El combate se desarrollaba en diferentes frentes. Las tropas del Bien cercaban el castillo rojo; cuando las tropas del Mal mantenían cercado el palacio blanco.
Un gran ejército donde Carmen y Daniel se encontraban, atacó para romper el cerco puesto al palacio blanco.
La pelea era, podía decirse encarnizada, siempre cuerpo a cuerpo, mejor dicho, de espíritu a espíritu.
Daniel luchaba denodadamente. Manejaba a la perfección la lanza, consiguiendo eliminar a muchos enemigos. Vio como Carmen se batía igualmente con la bravura que le era peculiar.
El enemigo parecía interminable; siempre aparecían más y más y la lucha no acababa; era una guerra cruenta, pensó, como todas las guerras son. El combate entre los hombres, igual que entre los espíritus, es eterno.
Había que hacer lo imposible para evitar que Miguel fuera liberado; y que reencarnado, volviera al mundo. La humanidad estaba en peligro.
Repentinamente Daniel sintió algo así como un desmayo. Pensó que quizá habría sido alcanzado por la lanza de un enemigo. No era consciente de lo que le pasaba; la vista pareció nublársele, todo se desvanecía en su alrededor, y una súbita, cegadora luz hirió sus ojos. Advirtió una inopinada conmoción, un sacudimiento o perturbación en la cabeza. Extrañas figuras cruzaban su mente, absurdas imágenes se sucedían vertiginosamente, como en una extravagante, o incongruente película. Su pensamiento intentaba retener un algo impreciso; el recuerdo quería afianzarse a una cosa concreta que veía desvanecerse, y se volvía a hundir en una profunda oscuridad.
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La luz tornó, más bien era como una sensación. Hacía esfuerzos por agarrase, pero no encontraba un asidero. La desesperación le embargaba, seguía queriendo aferrarse a algo concreto, real, que no hallaba. Estaba asustado, tenía miedo. Nada sabía de él mismo. ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Dónde estaba? Nada recordaba, su cerebro estaba vacío. Tenía un desconocimiento total, que le angustiaba y atenazaba el alma.
Estuvo mucho rato quieto; no intentaba moverse. Oía voces y raros ruidos cercanos, demasiados cercanos.
Al fin se decidió y abrió los ojos.



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