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© Rodrigo G. Racero




LA ANTESALA DE LOS MUERTOS


CAPÍTULO 12


Vino Daniel a hundirse en hondas cavilaciones. Vagó por la ciudad sin poner atención a nada ni a nadie. Se posó como un pájaro en la rama de un árbol. Meditaba sobre todo lo que le había acontecido desde que aquel día, aquella moto lo atropellara. Ahora lo veía claro y recordaba perfectamente lo sucedido en el fatídico instante. La culpa fue suya sin la menor duda, pues iba como siempre abstraído en sus profundos razonamientos, inmerso en las preguntas que no tienen respuestas.
Jamás hubiera imaginado, ni tan siquiera en sus más calenturientos pensamientos o reflexiones, que lo que le estaba pasando fuera posible. Estaba entre dos mundos y a ninguno de ellos pertenecía plenamente. Un hilo imperceptible, de una esencia espiritual aún lo mantenía unido a la materia orgánica de su cuerpo, que yacía inconsciente en aquel lecho del hospital.
En este mundo donde ahora se movía, tampoco podía desarrollarse plenamente; quizá por eso no logró la vieja Angustia íntegramente el cambio de su alma por la de José.
Tania así como igualmente José, habían podido salir del maleficio de la bruja. José había vuelto al camino del Bien. Lo incomprensible para él era la actitud de Tania declarándose adicta al Mal.
Al pronto le pareció ver a Tania entre la gran cantidad de gente que deambulaba por las céntricas calles de la ciudad. Sí, era ella, mejor dicho su espíritu, ahora sus ojos, o quizá debería decir que su percepción de las cosas, ya podían distinguir con facilidad la diferencia existente entre un espíritu y un ser vivo. ¿A qué habría venido a la ciudad? Tuvo curiosidad y se decidió a seguirla a ver qué haría.
Daniel pensaba que Tania marchaba con precisión a un lugar determinado. No creía que estuviera allí por el simple placer de __________

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pasear. Algo se traía en mientes. Continuó siguiéndola con precaución, pues no quería ser descubierto.
Se quedó Daniel verdaderamente asombrado al ver que Tania entraba en la casa, donde estaba la residencia de aquella extraña organización que le buscó el trabajo que le llevó a Noreal, donde empezaron todas sus cuitas.
El individuo aquel llamado Andrés, estaría también en complot con el Mal, pues él fue el que le mandó a que se entrevistara con Aramal.
Entró también Daniel en aquel extraño caserón, momentos después de Tania.
Recordaba aquel lugar de cuando estuvo allí, pero ahora advertía que era un caserón antiguo y deshabitado, donde únicamente moraban los espíritus; pues no se observaba presencia humana alguna. Captó la comunicación de Tania con otro espíritu, creyó reconocer que éste era Andrés. Permaneció a una prudencial distancia para no ser visto, o advertido por ellos, pues no valía esconderse, ya que puertas y paredes no eran obstáculos para los espíritus.
De aquella digamos conversación, o más bien comunicación que ambos mantenían, parecía desprenderse que Tania informaba a Andrés, de que en la parte del Mal se disponía de una extraña sustancia que se le proporcionaba a los espíritus que estaban bajo su dominio, para que estos nunca sintieran las voces de Du y Da, llamándoles a la reflexión, y obedecieran sin queja alguna todo mandato de su jefe, el cual podría a capricho manipularlos.
Andrés se hubo lamentado ante Tania de que Aramal fuera un espía del Mal, que había logrado engañarle, ya que siempre lo había tenido en aprecio y confiado en él. Lo que Tania le contaba no era nuevo para él, ya lo sospechaba, y por eso mandó a alguien a que observara en Noreal a Miguel; era un espíritu nuevo que él no conocía, pero le había sido recomendado por José.
Tania le informó de quien era Daniel, y lo que con él hubo pasado.
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Quedaron en que había que avisar a todo espíritu indeciso de la maliciosa treta del Mal, para que estuvieran prevenidos.
Se quedó Daniel de momento atónito, no comprendía bien, y su perplejidad era grande al oír la conversación de Tania y Andrés.
Comenzó a razonar: o él no había interpretado adecuadamente lo hablado, o Tania estaba jugando un doble papel dentro del Mal. Al fin llegó a la conclusión de que ella había simulado ante todos su adhesión al poder de la parte oscura y siniestra, al lado de Miguel, compitiendo incluso con él en la malignidad por conseguir el mando, o un role destacado en ese mundo.
Se movió cautelosamente hacia la salida, pues no deseaba de ninguna manera que los otros notaran su presencia.
Estuvo un buen rato en las inmediaciones de aquella casa esperando que Tania apareciera. La espera se hacía larga, tan larga que empezó a sospechar que ella habría tomado otro camino para salir. Comprendía que mantuviera toda clase de precauciones para que nadie la pudiera observar, se jugaba mucho en aquella aventura, en la que al parecer voluntariamente se había metido.
Creía que debía poner en conocimiento, de lo que la casualidad le había llevado a saber, a Salomón y los suyos, pues era conveniente que estuvieran al tanto de lo que sucedía.
Se plantó casi a la velocidad del pensamiento en Noreal. A nadie se veía por sus calles; se daba cuenta en ese momento que era un pueblo abandonado, donde sus casas antiguas estaban derruidas, abandonadas hacía muchísimo tiempo. La fuente del unicornio no sólo estaba seca, sino que su figura, así como la pileta estaban destrozadas y llena de suciedad.
¿Qué habría pasado? ¿Estaba él ahora en otra época? ¿Seguiría existiendo el palacio blanco? Si así no era, ¿qué haría? ¿Dónde iría? Raudo estuvo ante el palacio blanco. Una enorme sensación de alivio sintió al verlo ante sí radiante y hermoso en su inmaculada blancura. Su comunicación mental buscó y encontró a Carmen. Vio abrirse la ventana secreta del palacio, y penetró al instante en él.
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-¿Dónde has estado? -le preguntó Carmen algo intrigada.
-He estado en la ciudad. Tengo algo importante que comunicaros.
-¿Algo importante? Está bien, vallamos ante Salomón.
Salomón estaba reunido con los significativos espíritus que formaban su, digamos gabinete de confianza.
Comunicado que le fue la presencia de Daniel, y de que traía noticias de considerable validez para la comunidad, le hicieron pasar con prontitud inmediata.
Daniel relató lo que le había acontecido en la ciudad. Ellos estaban ya al corriente de la existencia de aquella sustancia que el Mal poseía; lo que de verdad ignoraban, y esto les agradó sobremanera, era la certeza de que Tania estaba en realidad de la parte del Bien, y que para éste trabajaba en silencio, exponiéndose a un gran peligro.
La comunidad de la ciudad trabajaba independiente de la del pueblo. Aunque todas luchaban contra la supremacía del Mal. Estaban distribuidas por sectores, esparcidos por todas las regiones del mundo, y siempre se comunicaban entre ellas los acontecimientos importantes que iban sucediendo.
Tania se había puesto bajo la subordinación de la dirección de Andrés; quizá porque consideraba que tendría así más éxito de no ser descubierta por los espías de Miguel.
Tendrían también ellos que expandir la noticia de ese devenir por todos los rincones de su distrito. Había que advertirles a todos, que estén alerta y prevenidos. Eran los espíritus más jóvenes y los recién llegados, así como los indecisos, los que estaban en mayor peligro de caer en las garras artificiosas del Mal.
Carmen fue encargada por Salomón de visitar a la duda, es decir, a los espíritus Du y Da, para advertirles y que supieran lo que el Mal tramaba, y ver qué opinión les merecía a ellos tal circunstancia.
Carmen pidió permiso para poder ser acompañada por Daniel, cosa que fue aceptada por unanimidad.
Se pusieron en camino. Carmen prefirió no presentarse de un modo instantáneo en la mansión donde Du y Da habitaban, sino que __________

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quería ir madurando las preguntas que les haría y cavilando en las respuestas que obtendría.
-¿Dónde se encuentra el lugar en que la duda habita? -quiso saber Daniel.
-En un recóndito paraje que en todas partes se haya; es igual qué camino elijas, siempre hallarás la enorme mole gris de su mansión.
Daniel comprendía que estuviera en todas partes.
-¿Por qué pues ir hacía algún sitio?
-En realidad nosotros no vamos al encuentro de la duda, es ella la que viene hacia nosotros; bien es que aparece cuando nosotros la provocamos, aunque no la deseemos.
-Podríamos igualmente haberla hecho venir en el palacio blanco. No teníamos porqué salir a su encuentro.
-Cuando ella aparece y hay mucha gente, siempre se entabla una gran discusión. Se trata de que sea tan sólo uno el que hable con ella para sacar conclusiones. Tú estarás como testigo; pero no debes de entrar en conversación alguna entre nosotros. Ni siquiera debes de opinar, para que la duda no se agrande.
Los espíritus de Carmen y Daniel se posaron sobre el tronco de un viejo árbol caído.
Dispuesta ya a contactar, abrió Carmen su alma y llamó a la duda, que era la unión de Du y Da. Ante ellos se presentó de un modo súbito una enorme mansión gris; tenía innumerables puertas y ventanas en todas sus fachadas que estaban abiertas. ¿Debían de entrar por alguna de ellas? Se preguntaron, y al instante estaban dentro sin más. Vieron a Du y Da que los miraban en silencio. Sus imperturbables rostros nada delataban, de lo que pudiera deducirse algún estado de ánimo en ellos.
Se decidió Carmen y dijo:
-Tenemos información fehaciente de que el Mal tiene el propósito de eliminar la duda en el alma de los espíritus, para dominarlos y doblegar su voluntad.
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-Sabido es que el Mal todo lo intenta, contestaron al unísono, pero nosotros formamos uno y tenemos una tan gran fortaleza, que es muy difícil que el espíritu nos venza, una vez que penetramos en él. Tan sólo la sabiduría del Bien nos puede derrotar definitivamente por la fuerza de la fe; el Mal quizá parcialmente, durante un tiempo limitado, cuando la voluntad del espíritu haya sido rendida.
-Pero ese espacio de tiempo lo puede el Mal aprovechar para avanzar en la destrucción del Bien.
-Las cosas son como serán en el plan de Dios; todos formamos parte de él. Nosotros hacemos tambalear las ideas cuando hay indecisión.
-Creo seriamente que el libre albedrío que Dios nos ha otorgado está en peligro, si no es la libre voluntad del espíritu la que decide, sino que es impulsado a través de una extraña esencia, insuflada por la fuerza, a entrar en un determinado comportamiento que beneficia al Mal -razonó Carmen.
-Todo es componente de lo mismo. Cada uno debe saber combatir con denuedo en su íntima lucha lo mejor que pueda. Que el Bien se lo premiará. El pecado no será del que sufre la agresión; en tanto más de aquel que se la ha infringido por la fuerza, pero sí, si se ha dejado seducir.
Carmen cerró su alma a la duda. Sabía que no podría saber más de lo que ésta le había expresado. Al menos tenía la certeza de que la situación provocada por el Mal, con aquella extraña esencia, nunca sería definitiva, sino más bien relativa en su eficacia; aunque puntualmente consiguiera el Mal sumar victorias contra el Bien.
Daniel, que como acordaron permaneció todo el tiempo en silencio, comprendió que a la duda tan sólo se la podía vencer con un convencimiento férreo, con una fe a prueba de soportar la exigencia de todo sacrificio para mantenerse firme; pero, ¿cómo conseguir ese convencimiento que cerrara el paso a la duda?
Así se lo expuso a Carmen, y ésta le contestó que únicamente la intensa reflexión del raciocinio, podía conducirle por el camino que __________

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a él llegaba. El Mal ha logrado obtener un producto que anula toda meditación, y logra así una obediencia ciega a toda orden o mandato que su superior le dicte.
-No comprendo bien qué es lo que pueda actuar sobre el espíritu de tal manera que anule su voluntad hasta el extremo, de ser obediente poco menos que como un autómata -comentó Daniel.
-Tampoco nosotros lo sabemos; tan sólo sospechamos que sea una sustancia o esencia inmaterial y parapsicológica que, de cualquier forma, encuentra el agrado en los espíritus débiles e indecisos, dándoles una sensación de poder y valentía desmesurable que supera la realidad de su entidad.
Daniel guardó silencio. Las cosas de este mundo de los espíritus aún le eran extrañas e insólitas. Él seguía viéndolo todo bajo una perspectiva humana, y aunque casi todo guardaba relación con lo humano, era en el fondo chocante y singular.
-Quisiera preguntarte algo, que quizá pudieras aclararme.
-Pregunta lo que quieras; te contestaré si está en mi poder hacerlo.
-¿Cómo podría tomar contacto con el espíritu de mi tío, que murió hace cosa de un año?
-Podrías intentar tener una comunicación mental con él. Llámalo, y espera su respuesta. Acudirá a ti si es que desea tu contacto.
Daniel hizo lo que Carmen le decía. Se concentró profundamente en la imagen de su tío, y se esforzó mentalmente en comunicar con él, llamándolo con afecto y cariño, pero no abstuvo respuesta alguna, no tuvo conciencia de ser recibido, ni sintió nada que le hiciera pensar en un contacto con su espíritu.
-Nada -dijo-. Lo he intentado como me has dicho, mas no lo he logrado; ni la más mínima señal de él.
-Seguramente no estás todavía capacitado para eso. Quizá sea porque no formas parte íntegra de esta dimensión. Debe de haber un halo de tu espíritu que permanece en el hospital alentando tu cuerpo, que puede tornar a la vida en cualquier momento, y sería para ello necesario.
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-Pero recuerda que contigo sí he logrado contactar -dijo Daniel.
-Sí, mas nuestro contacto lleva un tiempo de cercana intimidad en este mundo espiritual; y eso cuenta.
-¿Crees de verdad que tornaré alguna vez a mi mundo, a mi vida anterior?
-Es muy probable, le animó ella, pero ahora démonos prisa; quiero estar en el templo azul antes de que dé comienzo el rito de alabanza al Creador.
-¿Qué significa? Nunca había oído hablar de rito alguno.
-Pues sí, todos los espíritus que conforman el sector de esta región y que están del lado de la bondad, se dan cita en determinados momentos para manifestar el amor a Dios, y el más íntimo y profundo deseo de encontrarlo, estar al lado de la luz a través del Bien, perseverar en la paz y el sacrificio para conseguir formar parte del espíritu, del supremo Hacedor de los mundos, y hacer fuerte su magnanimidad y amor hacia todos.
-Supongo que a mí no me será permitido asistir -dijo Daniel.
-A nadie le está prohibida la entrada. Puedes venir sin más, si así lo deseas -le afirmó Carmen.
De un modo instantáneo se hallaron en una inmensa nave de enormes proporciones. El techo era transparente y se veía el azul del cielo. A Daniel le extrañó la total ausencia de columnas que sostuvieran aquella amplísima estructura, que ovalada, terminaba en paredes donde se advertían unas extrañas y enigmáticas figuras, que trasmitían la sensación de paz y sosiego, y unos signos que Daniel se esforzaba en darle alguna explicación o sentido, pero que no lograba descifrar. Todo estaba inundado de una luz blanca y viva, pero que no deslumbraba, sino que era cálida y agradable, como si alguien por uno amado, le estuviera abrazando con un amor entrañable y protector. Al frente se levantaba algo que podría definirse o identificarse como un altar, donde se encontraba Salomón, e inmediatamente tras él, se observaba una singular representación, aunque a él le parecía real, del universo; con estrellas, planetas, y __________

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lejanas galaxias en la profundidad del espacio infinito. Daniel estaba sobrecogido, al tiempo que maravillado. Miró a Carmen, quizá esperando de ella algunas palabras que le explicaran, o tal vez aclararan algo todo lo inverosímil que le resultaba aquello; pero ésta nada dijo, parecía abstraída, como concentrada en una profunda e íntima reflexión, que él quiso respetar y no alterar.
Al pronto se oyó una voz suave y grata, parecía ser la voz de Salomón, de una fascinante entonación que inundaba todo el recinto decir:

El amor es la fuerza del Bien,
cuando el odio es la fuerza del Mal.
No te dejes atraer por el Mal
y ve buscando siempre el Bien.
El Todopoderoso ama la paz.

El Todopoderoso ama la paz (Repitieron todos)

La unión con Dios es nuestro destino.
Hacia Él queremos avanzar juntos.
Lucharemos por Dios todos juntos,
para hallar al fin nuestro destino.
El Todopoderoso ama la paz.

El Todopoderoso ama la paz (Repitieron todos)

Continuó aquel rezo o canción durante algún tiempo. Todos permanecían sumidos en un hondo recogimiento. Recitando de un modo casi automático el verso final de cada estrofa.
Durante todo el tiempo permanecieron en pie, así por lo menos los veía Daniel. El silencio se hizo ahora sepulcral, se había acabado el recital de aquellas palabras de alabanza a Dios, más bien de __________

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promesas de perseverar en el buen camino. Pero aquello no parecía que fuera a acabar, nadie se movía de su sitio.
De improviso todos parecieron salir de aquel letargo, o tal vez pudiera decirse éxtasis; y lo que antes era hondo ensimismamiento y meditación en Dios, se tornó en júbilo y alborozo, en manifestación de sanas risas y alegrías, con abrazos entre todos los concurrentes de sincero amor y hermandad.
Después, como acordado, se fueron retirando hasta dejar un amplio espacio circular al centro del recinto, donde unas parejas comenzaron a interpretar una maravillosa danza al compás de una melodiosa música, de una cadencia incomparable, sublime, que recorría todo el ser y hacía estremecer a Daniel, que no sabía por la emoción que sentía, si llorar o reír.
Cuando trascurrido sabe Dios cuanto tiempo aquello terminó, Carmen y Daniel marcharon juntos. Él notaba que cada vez se hallaba más a gusto al lado de ella. Advertía que la atracción que Carmen ejercía sobre él, se iba haciendo constantemente más intensa, que se estaba convirtiendo en amor, pero no en un amor pasional, como le había pasado y sentido por Tania, sino en una apacible dulzura, de una profundidad inmensa que le llenaba el alma de estremecedora emoción. Por su mente pasaban las escenas vividas con ella en la habitación del restaurante, y sentía un escalofrío conmovedor, a la vez que un anhelo irrefrenable de tenerla entre sus brazos y acariciarla.
Carmen pareció sospechar lo que ocurría en el ánimo de Daniel, y con una honda mirada que reflejaba dulzura, le animó a que expresara sus sentimientos.
-Yo... -empezó Daniel-, quería decirte que... Bueno la verdad es que pienso que tú me gustas mucho. ¡Vaya! Debía saber expresarme mejor; yo que pretendo ser poeta.
-Te comprendo perfectamente. También yo me siento atraída hacia ti; pero nosotros somos diferentes, y esto no puede tener buen fin.
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-Entiendo. Si tornara a la vida, esto habrá sido sólo un sueño para mí. Para ti quizá un desengaño.
-Yo no me puedo llamar a engaño; pero sí puedo sufrirlo. Para ti no será ni siquiera un sueño, pues nada recordarás de esto; tal vez algo confuso, impreciso, sentirás dentro de ti, mas nada concreto al tornar a la vida. Cuando pasado que hayan sido tus días en el mundo real, y seas espíritu, empezarás aquí desde cero y quizá ya nada pueda saber de mí, y yo ahora no puedo saber dónde me encontraré en ese momento.
-Creo haber oído o leído, que algunos espíritus de seres humanos se reencarnan en cuerpos de animales. ¿Es esto cierto? -preguntó Daniel-. ¿No sería un paso atrás?
-No lo sé. Quizá pase. Sería de todas formas una cosa excepcional. Lo que sí sé que llega a suceder, es que un espíritu al tornar a la vida real, y no poder tomar cuerpo en un ser nuevo que se está gestando, al haber una supremacía de espíritus que vuelven con respecto a los que nacen en el mundo, se cobije en el cuerpo de un ser ya adulto. Puede pasar en éste caso dos cosas: que surja un antagonismo entre el espíritu que ya se encontraba en ese ser, y el nuevo que llega y se introduce junto a él, y haga que se cree un conflicto demencial de la persona, o bien que se forme un pacto, por así decir, y se elabore una convivencia de relativa armonía entre ambos espíritus; aunque a veces desemboque en ciertos desequilibrios o divergencias transitorias.
-Sí, será por eso que hay algunas personas que de pronto desarrollan un carácter difícil y contradictorio -quiso explicarse Daniel.
Continuaron hablando de todo lo concerniente a los espíritus, así como también del misterio de la creación y de Dios. Al final, dentro de una habitación del palacio blanco, terminaron abrazados y reviviendo la pureza del amor y el cariño que habían aprendido a tenerse, y el cual los enlazaba y unía cada vez más profundamente.
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Transcurridos que fueron unos días de verdadera calma e idílico bienestar en el palacio blanco junto a Carmen, apareció una mañana Andrés, el que Daniel supuso en un tiempo era su jefe, a visitar a Salomón. Traía al parecer nuevas, respecto de la maligna actuación de lo que tramaba el Mal.
Hubo una reunión con todos los miembros del consejo, presidida por Salomón y al que Daniel y Carmen también, como últimamente era el caso, estuvieron invitados.
-Tengo conocimiento fidedigno -empezó a hablar Andrés- de que un grupo de túrbidos espíritus del Mal, transportan desde una ciudad cercana un cargamento de esa esencia con la cual pervierten a los espíritus débiles, para llevarla hasta el castillo negro y usarla allí con los novatos que se dejaron seducir. Vengo a pediros ayuda para intentar atrapar ese envío. A la vez que evitamos que se use, podríamos intentar averiguar su composición, y así de algún modo procurar eliminar el que lo sigan produciendo.
Hubo un momento de silencio. Nadie parecía tener algo que decir. Todos miraban expectantes a Salomón, éste parecía estar sumiso en un profundo meditar.
-Hay que tener la absoluta certeza de que son verídicos los datos recibidos para actuar -habló Salomón-. Nos exponemos a un verdadero peligro si se tratara de una treta, para tendernos una emboscada.
-Mi fe en la confidente es absoluta, os puedo confesar que se trata de Tania, pero no sólo por ella, sino que también he tenido noticias por otros conductos que lo corroboran.
-Bien. ¿Tiene alguien alguna objeción? -demandó Salomón.
-Toda acción implica un riesgo -se atrevió a decir Daniel-. Creo que hay que moverse. Posiblemente valga la pena. Sé que mi voto no cuenta, pero yo estaría a favor.
-Yo no sospechaba -dijo Andrés dirigiéndose a Daniel- que tú no eras de este mundo; no lo advertí, cuando te mandé a que tomaras __________

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contacto con Aramal,  ni  tampoco  sabía  que éste  fuera  un  traidor -con estas palabras pareció que Andrés quería disculparse con él.
-Pero Aramal sí que debía de saberlo -respondió Daniel-, pues me dio dinero para los primeros gastos, y a un espíritu maldita falta que le hace el dinero.
-Bueno, dejemos eso que es ya cosa pasada. Concentrémonos en cómo actuar para sorprender a los que llevan la mercancía, y adueñarnos de esa misteriosa sustancia -dijo Salomón.
Al fin quedó acordado que se enviaría a un grupo formado por una docena de espíritus, que interceptaran a los que portaban la misteriosa esencia a la salida de la ciudad. Irían por supuesto armados. En retaguardia quedaría el grueso de los espíritus formados por cientos de ellos, que atacarían tan sólo en caso de perentoria necesidad.
Carmen y Daniel también fueron nombrados para participar en aquella redada, que trataba de golpear al Mal.
El pequeño contingente se desplazó por las cercanías de la ciudad. Con toda cautela se fueron esparciendo para no ser visto como grupo; pero que actuaría por sorpresa justo en el instante en que aparecieran aquellos que transportaban la misteriosa sustancia.
Daniel se recordó del día en que vio aparecer aquel gitano elegantemente vestido en el restaurante. Después, junto con Miguel sacaron unos fardos del coche y una maleta que portaron dentro del restaurante. En aquel entonces él sospechó que aquello fuera quizá droga, y ahora pensaba que tal vez se tratara de la misma sustancia o esencia que intentaban en este momento de capturar.
Era chocante para él razonar sobre lo absurdo que era su estancia allí como espíritu, pero viendo sin embargo, o apreciando todo su entorno como un ser humano cualquiera. Él era sin ser plenamente algo, nada era en verdad determinado. ¿Por qué comía, bebía, veía coches, casas y todo lo concerniente a la realidad tangible, cuando su estancia allí era etérea? ¿Cómo serían de verdad los espíritus? Quería decir, ¿cómo se veían los espíritus entre ellos? Seguramente __________

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todo lo que le sucedía, lo que estaba experimentando, debía de ser el producto de la fantasía calenturienta de su mente que permanecía inconsciente en su cuerpo, en el lecho del hospital, pero que seguía ensoñando o delirando a su loco y libre albedrío.
De repente se dio la voz de alerta. Una veintena de espíritus malignos se acercaban portando cada uno una especie de bulto o fardo. Se acercaban volando como murciélagos. Iban raudos, escoltados por otros, armados también con aquellas lanzas que Daniel ya conocía y había empleado.
El ataque de los espíritus del Bien fue súbito, certero y preciso. Se vio que no esperaban ninguna agresión o arremetida, y les cogió desprevenidos. Trataron de defenderse, pero su reacción fue tardía y sucumbieron prestamente. Acudieron nuevos espíritus de los que estaban a la espera, para ayudar a transportar la apresada mercancía y los prisioneros. Daniel advirtió que entre estos se hallaba Ciriaco.
Llegaron con prontitud al palacio blanco. Los prisioneros fueron encerrados en los sótanos del palacio. Más tarde fue Ciriaco llevado ante Salomón.
-Desearíamos saber el motivo de tu traición. ¿Qué pudo motivar tu adhesión al Mal? -le demandó severo Salomón.
-He sido siempre débil, y he estado lleno de complejos. Ahora he vencido, he logrado desechar todas mis dificultades y me encuentro fuerte, capaz de alcanzar grandes metas, y tener poder. Aquí, con vosotros no hubiera pasado de ser un humilde servidor vuestro, sin más relevancia -aclaró Ciriaco con altivez y arrogancia.
-De momento se te ha acabado tu soberbia y envalentonamiento. Permanecerás encerrado en el sótano, inactivo, sin poder servir a ninguna causa, a no ser que quieras cooperar con nosotros, y respondas a las preguntas que te hagamos, entonces seríamos complacientes contigo y te daríamos la oportunidad de reflexionar tu nueva adhesión con nosotros -le expuso Salomón.
-El poder del ejército de Miguel es grande. Ellos vendrán a salvarnos a todos.
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-Tienes razón en cuanto que el Mal es un enorme poder y tiene un gran ejército. Pero ni tan siquiera el más grande de los demonios podrá librarte de tu encierro aquí. Ellos no conseguirán nunca derrotarnos y jamás vencerán definitivamente sobre el Bien.
Las palabras de Salomón parecían hacer mella en el endeble ánimo de Ciriaco, pues se le veía vacilar.
-No los puedo delatar -dijo-. Si me apresaran nuevamente sería mi perdición. Ellos me han prometido fortaleza. En breve iba a tener un tratamiento especial, para en ningún momento dudar de lo acertado de mi destino a su lado, que es la parte poderosa y eficaz del Creador.
-No te das cuenta que te manipulan y engañan. ¿Por qué necesitas un tratamiento especial? Piensa en ello. No serías en verdad tú, tu libre albedrío el que tomara una u otra decisión, sino que serían ellos por ti, tú tan sólo pasaría a ser una especie de autómata, obedeciendo órdenes sin más.
Daniel advertía por los gestos de Ciriaco, que éste empezaba a desplomarse. Su incertidumbre era manifiesta ante las contundentes palabras de Salomón. Callaba, se veía que no sabía qué oponer a los argumentos que se le expresaban, y su miedo era patente.
-Tenéis que reconocer que el llamado Bien, en el que vosotros creéis, también intenta abarcar el poder -dijo en un intento desesperado de justificarse-. Aquí existe igualmente una jerarquía y hay que obedecer, ateniéndose a una disciplina y un orden, exactamente como en la otra parte. No veo gran diferencia entre los dos sistemas -terminó argumentando Ciriaco, que parecía haber logrado reponerse un tanto de su angustia.
-¿Cómo que no aprecias diferencias? Nosotros no empleamos la tortura, tratamos de convencer. Pero en última instancia es la libertad de cada uno lo que importa y la que decide, la libertad soberana sin ningún condicionante, pues que tú eres el único responsable de tus actos. Te encerraremos si no colaboras. Esto __________

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parece lógico, pues que eres nuestro enemigo, e intentas hacernos daño, por lo que tenemos que defendernos.
-Creo que lo mejor sería dejarlo libre -se atrevió a argumentar Daniel-. Los otros pensarán que es un espía nuestro; y ya no pertenecerá a ninguna parte, pues que lo torturarán por haberlos delatado, y nosotros lo repudiaremos por no querer cooperar.
-No -dijo Salomón-, ni tan siquiera ese mal deseamos hacerle. uedará encerrado y le daremos tiempo a que medite su posición, y que recapacite su vuelta al seno del amor. Te aseguro -continuó Salomón mirando fijamente a Ciriaco- que no te haremos mal alguno; tan sólo te retenemos para que tú no nos lo puedas hacer a nosotros.
Daniel sintió algo de vergüenza, por haber hecho aquella proposición, y queriendo rectificar dijo:
-En realidad yo sólo pretendía asustarlo, para que se decidiera por olaborar con nosotros.
-Te he comprendido -le dijo Salomón-, pero aquí no solemos usar ese juego. Nosotros debemos actuar siempre con toda sinceridad y lealtad con los demás, incluso con los enemigos.
Ninguno de los otros prisioneros interrogados dieron pista alguna de cómo era producida aquella esencia. Todos dijeron ignorar lo que se les preguntaba. Los espíritus más preclaros del Bien fueron consultados, pero ninguno fue capaz, después de analizar aquella inmaterial sustancia, de decir cómo pudo ser lograda, bajo qué principios o circunstancias se pudo crear.
Pasó el tiempo sin que nada aparente sucediera. El Mal no parecía reaccionar por la pérdida de aquel cargamento, y nadie sabía o sospechaba lo que pudiera tramar. Salomón no recibía comunicación alguna de sus confidentes; y ni siquiera Andrés a través de Tania pudo dar pista alguna.
Al fin un buen día pidió Ciriaco hablar, para intentar llegar a un común acuerdo que beneficiara a ambas partes.
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Se reunió el consejo superior de los espíritus ante el cual se presentó el compungido Ciriaco.
-Y bien, ¿qué tienes que decirnos? -le acució Salomón.
-Dispuesto estoy a decir lo poco que sé, después de un profundo meditar; pero debo de acceder a vuestro perdón, y que nuevamente me acojáis en vuestro seno. Haré acto de conciencia, y prometo no caer nunca más en las redes del Mal. Soy consciente de mi pecado y me arrepiento.
-Eso está muy bien, y dice mucho en tu favor al declararlo abiertamente, y el que reconozcas tu equivocación. Nosotros te recibimos con los brazos abiertos y con todo nuestro amor -le respondió Salomón.
-Dinos pues qué es lo que sabes de esa nueva esencia. Cómo la producen y de dónde la sacan -demandó Ernesto, que era uno de los componentes del círculo de los espíritus del consejo, un tanto irritado y algo violento.
-Calma, calma -dijo Salomón apaciguador-. Él nos dirá cuanto sepa; démosle tiempo a que se sosiegue.
-Hay mucho en juego -dijo a modo de disculpa Ernesto-. Miles de pobres espíritus están en peligro de caer en las garras del Mal.
-Él ha sido también una víctima, no lo olvidemos.
De pronto comenzó Ciriaco a hablar lentamente:
-No sé en verdad mucho del asunto. He visto, porque he ido con ellos, para después transportar los fardos, que unos espíritus especialistas se introducen en las tumbas de los muertos, y salen con unos bultos que yo ignoro lo que contienen. Visitan muchos cementerios, y de todos ellos salen con esos bultos que los demás acarreamos hasta el castillo negro. No sé lo que hacen, pero de cualquier manera manipulan el contenido en una especie de laboratorio.
-Qué piensas tú que contienen esos fardos que transportáis -quiso saber otro espíritu del consejo.
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-La verdad es que lo ignoro, pero he oído comentarios de otros que dicen que se trata de extraer la masa encefálica de los muertos, antes de que éstos lleguen a un estado de putrefacción; es un lugar del cerebro en donde se desarrolla el Bien y el Mal, una de estas dos tendencias predomina sobre la otra en todo ser. Ellos separan el Mal del Bien y lo conservan. El Bien es destruido. Luego insuflan el Mal en todo espíritu débil, para hacerlo fuerte y sea capaz de vencer a la duda.
Los presentes todos se miraron asombrados unos a otros.
-Nunca pude imaginar -dijo Ernesto- que se pudiera incidir en la materia de tal forma, que se lograra obtener de ella el Mal y eliminar al Bien. ¿Dónde quedan en este caso los espíritus que albergaban esos cuerpos? -se preguntó Ernesto mirando a todos los que estaban a su alrededor.
-Han sido mutilados sin la menor duda, pues que se les ha privado al alma de esos dos conceptos que la mantenía apta, para a través del libre albedrío unirse a una de las dos fuerzas que conforman al Hacedor del Todo. Así se explica el nacimiento de algunos seres anormales en la vida tangible humana, cuando estos espíritus toman cuerpo de nuevo -expuso su teoría Salomón-, aunque no tengamos la plena certeza de ello.
-Esto no se debía consentir -habló Samuel que era uno de los principales-, tendríamos que defenderlos de tal ultraje.
Sí -dijo otro de ellos-, pero, ¿cómo poder evitarlo?
-Sería una ardua tarea poner vigilancia en todos los cementerios del mundo. Por otra parte muchos mueren de un sin fin de formas diferentes y variadas, lo que hace imposible todo control -dijo Salomón-, hay que aceptarlo como una abyección más del Mal. Nosotros somos una pequeña comunidad, e ignorábamos esto, pero seguro que está pasando eternamente en el mundo nuestro, sin que lo supiéramos.
-Cierto que aquí somos inexpertos de muchas cosas -dijo Carmen hablando por primera vez-; pero pienso que tenemos un problema __________

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con el producto capturado. ¿Qué haremos ahora con él? Por de pronto hay que pensar que es muy peligroso, y se debe tener mucho cuidado en cómo lo tratamos, pues que es pura sustancia del Mal.
-Seguramente será inofensiva en tanto no entre en contacto con el espíritu -opinó Salomón-. De cualquier manera, sí es cierto que hay que ser precavido.
-Nosotros podríamos hacer lo mismo que ellos -sugirió José que también se hallaba entre los presentes-, sacar el Bien y eliminar el Mal de los cerebros de los muertos.
-No sería honesto andar por ese camino; las consecuencias las sufrirían los espíritus de esos muertos, que han de seguir también su proceso integrador en la evolución del Creador -dijo Salomón.
-Yo pensé -dijo Daniel- que el espíritu de cada cual abandonaba el cuerpo de inmediato, en el mismo instante de la muerte. ¿Cómo puede permanecer aún en la materia muerta, esa esencia inmaterial, peculiar del alma, cómo es el sentir el Bien y el Mal?
-El espíritu no deja el cuerpo humano al momento de la muerte, sino que existe un proceso durante unos días, en el que el espíritu se prepara para salir a la nueva dimensión; tiene que hacerlo antes de que éste comience la putrefacción, y ésta circunstancia la aprovecha el Mal para llevar a cabo su expolio -explicó Salomón.
-Sí -insistió Daniel-, pero, ¿y aquellos otros que son incinerados, o los que se queman y quedan carbonizados en accidentes de fuego, y pasan de la vida a la muerte en breves momentos, quedando todos sus órganos destruidos, así como también su cerebro? Esos no padecen un proceso de putrefacción.
-Esos espíritus se ven obligados a abandonar precipitadamente, antes del tiempo natural sus cuerpos, son, digamos, como partos prematuros. Cuando tornan a la vida como otro ente, son seres débiles e inestables. En el último caso debo decir que Igual que el cuerpo, el espíritu padece también enfermedad, y la demencia es una de ellas, y puede ser causada al espíritu por esa causa.
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Daniel pensaba que aquella vida y la terrenal, eran muy igual en muchísimos aspectos.
-Debemos de concretar algo, llegar a algún acuerdo. ¿Cuál debe ser nuestro modo de actuar, ahora que sabemos esto? -preguntó Ernesto-. No quiero conformarme con que nada se puede hacer, y aceptarlo sin más.
-Sí, sí -corroboraron todos-, algo se debería hacer.
-Lo único que se puede hacer, es avisar a las demás comunidades, las que estén más cercanas, para ponerlas en estado de alerta, y ayudarnos mutuamente en esta lucha, tratando, como ya hemos hecho, en dar alguna que otra redada por sorpresa, para evitar en lo posible su proliferación; pero me temo que nunca podremos vencer por completo en esa lucha -dijo Salomón.



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© Rodrigo G. Racero