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© Rodrigo G. Racero




LA ANTESALA DE LOS MUERTOS


CAPÍTULO 11


En el palacio blanco, la preocupación por lo que hubiera podido pasar con Carmen y Daniel era grande. El tiempo pasaba sin haber noticias de ellos.
Salomón llamó a sus íntimos para deliberar qué actitud tomar ante la más que probable posibilidad, de que sus amigos hubieran caído apresados por los adictos del Mal.
-La posición que tenemos para intercambiar nuestra prisionera, la bruja Angustia y los otros apresados; habrá quedado reducida al mínimo, si también Carmen y Daniel están en manos de Miguel. Pienso que debemos de hacer un gran esfuerzo, y salir a pedir ayuda en un campo más amplio y abierto. Alertar a todos los que creen en el Bien, aunque tardemos algún tiempo en conseguirlo, y tratar de formar un gran ejército, para poder reducir a todos los espíritus de la malignidad, o por lo menos hacer presión sobre ellos, todos esos que yacen en la parte oscura del conocimiento de la verdad -propuso Salomón.
-Ya hemos sufrido una considerable derrota. ¿No crees que deberíamos ser precavidos? -dijo uno de los que conformaban el consejo de sus leales confidentes.
-Deberíamos de forzar una conferencia en un sitio neutral, para hablar de un posible intercambio. Quizá acepten -vino a decir otro.
-Incluso para negociar la entrega de la vieja Angustia, hay que partir de una posición de fortaleza, y ésta tan sólo la tendremos si somos respaldados por una gran tropa armada, que les cause respeto y temor -insistió Salomón en su idea.
Estuvieron discutiendo todas las más inimaginables eventualidades y circunstancias, sin llegar a estar plenamente conforme con ninguna de ellas, hasta que al fin habló Ernesto diciendo:
-Bien, aceptemos pues lo que propone Salomón; si él considera que eso es lo más adecuado, intentémoslo. Salgamos todos a reclutar el mayor número posible de espíritus adictos al Bien. En no más tarde __________

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de un mes, nos encontraremos de nuevo aquí. Que cada uno haga las cosas lo mejor que pueda.
Una vez que ya se pusieron de acuerdo en lo que debían hacer, todos los miembros del consejo se desearon suerte entre ellos, y partieron los espíritus del Bien, a buscar ayuda para vencer a los espíritus del Mal.
El tiempo pasaba y nada parecía que la situación cambiara. Faltaban dos días para que se cumpliera el mes que se habían dado para tornar, los enviados a enrolar nuevos espíritus para la lucha por la causa del Bien.
Se hallaba Salomón en uno de los salones del palacio blanco, cuando sintió repentinamente en su mente la voz de su confidente, que se encontraba en el castillo negro. El mensaje recibido era la confirmación de que no sólo Tania y José, sino que también estaban prisioneros del Mal, Carmen y Daniel.
Algo había sin embargo de positivo en la comunicación del confidente: Tania tenía ciertas preferencias con respecto a los demás prisioneros. No estaba encadenada, ni recluida en ninguna celda; podía andar con libertad, moverse dentro del castillo negro como deseara, tan sólo tenía un vigilante que discretamente no la perdía de vista, y éste vigilante era precisamente él, el confidente de Salomón. Esperaba una buena oportunidad para hablar con Tania y tratar de concebir un plan de escape, lo que en realidad no era ciertamente una tarea fácil.
Una vez que fue cumplido el plazo que se dieron de un mes, aparecieron todos los miembros del consejo, con ellos venía una inmensa muchedumbre de espíritus benignos, dispuestos a luchar por la causa del Bien.
Salomón les comunicó las noticias que tenía de su confidente del castillo negro, y decidieron esperar, por si éste escapar pudiera con Tania y entonces reflexionar sobre cómo actuar.
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En el castillo negro el confidente de Salomón había logrado ganarse la confianza de Tania, y ambos tramaban un plan para la huida.
Un día salió Tania del interior del castillo a lo que podría describirse como un amplio patio ajardinado. Allí se hallaban unos cuantos vigilantes, a los que había que tener que burlar. Según tenían acordado, ella se oculto en la fronda de un gran árbol en un momento preciso en el que nadie la observaba. El confidente de nombre Samuel, puso el grito en el cielo dando la voz de alarma; diciendo que Tania había desaparecido. Mandó a los vigilantes que fueran a buscar por los alrededores, en tanto que él iba a comunicárselo a Miguel. Cuando éstos se alejaron escudriñando todos los rincones, se ocultó también Samuel junto con Tania. Esperaron unos instantes, y al ver que los guardianes seguían abstraídos en intentar dar con Tania, alzaron el vuelo y escaparon por el abierto cielo hacia el palacio blanco.
Estando en la inmediata cercanía, Samuel hizo una comunicación mental con Salomón avisando de su llegada junto con Tania. Pocos segundos habían pasado cuando entraron por el ventanal del palacio blanco, que se había abierto para su llegada. Dentro, impaciente todos con Salomón a la cabeza les esperaban.
Allí fueron calurosos abrazos de gran alegría y gozo, al recibir a los recién llegados.
-Cabezas rodarán cuando Miguel advierta vuestra huida -dijo Salomón sin poder evitar una sonrisa de satisfacción que se dibujó en su rostro, al pensar en el disgusto de su enemigo.
-¿Cómo están Carmen y Daniel? -quiso saber Ernesto.
-¿No lo habéis podido liberar? -preguntó otro de los del consejo.
-Eso ha sido absolutamente imposible. Gracias podemos dar por haber podido nosotros evadirnos, no ha sido tampoco tarea fácil, hemos tenido en verdad bastante suerte -explicó Samuel, y Tania contestó diciendo que ella tenía prohibido entrar donde se encontraban los prisioneros, pero sabía que todos estaban __________

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encadenados con gruesos grilletes, al muro de las mazmorras del castillo, y que escapar de allí era prácticamente irrealizable.
-Ahora no debemos tomar nosotros la iniciativa. Esperaremos un par de días a ver cómo reacciona la otra parte, y actuaremos en consecuencia -dijo Salomón.
Todos estuvieron de acuerdo en que eso sería lo mejor.
Transcurrido que fue un tiempo no muy largo, durante el cual de seguro que estuvieron los sabuesos de Miguel investigando, dónde se podría encontrar Tania, se presentó delante del palacio blanco un emisario de éste, que portaba un mensaje dirigido a Salomón. Solicitaban en él la aprobación de una conferencia, para deliberar sobre el intercambio de los prisioneros de ambas partes, y proponían como lugar de encuentro el restaurante del pueblo.
Salomón contestó al mensaje de Miguel con otro en el que, aunque dice estar de acuerdo que se celebre en el salón del restaurante, pone como condición estricta e irrevocable, que en dicha conferencia se oiga lo que cada uno de los prisioneros tenga que decir o alegar; y aceptar su voluntaria decisión de quedar en uno u otro bando, formando parte de la luz y la bondad, o quedar en las tinieblas de la ignominia y la opresión de la maldad.
Aceptada que fue por Miguel la exigencia de Salomón, para que se celebrara la propuesta conferencia, marcharon todos juntos, presidiendo al enorme ejército que era ahora los representantes de la bondad de Dios.
También los adictos del Mal llegaron con un gran ejército, pero se quedaron maravillados al ver como había crecido el número de los partidarios del Bien.
Entraron en el local los mandatarios de una y otra parte. Fuera quedaron los dos ejércitos mirándose frente a frente, ocupando aquellos espíritus todas las calles adyacentes, alrededor del restaurante. Ambos ejércitos estaban armados con aquellas extrañas lanzas, y dispuestos a entrar en la lucha, pues que existía una mutua desconfianza que los hacía estar siempre alerta, y dispuestos a __________

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combatir en caso de que se presentara una probable batalla, dada por un posible desacuerdo en las deliberaciones sobre los asuntos a convenir y tratar sobre los presos.
Se dispusieron las mesas y sillas de modo que quedaron confrontadas las dos formas de concebir el mundo de los espíritus.
En un lateral, entre las dos partes, estaban sentados Du y Da. Estos personajes se hallaban siempre presente, en todas las ocasiones en la que había algo importante que acordar o decidir, y no era posible dejarlos al margen de todo conflicto o disputa que se originaba entre ambos bandos.
Daniel reconoció en Du y Da a los dos que oyó conversar o discutir en aquel restaurante, donde entró a tomar una cerveza. También observó que junto a Miguel se hallaba un individuo al que conocía. Sí, naturalmente, era el personaje que lo había mandado venir al pueblo para que espiara a Miguel. ¿Qué haría allí? ¿Era un confidente de Salomón, o pertenecía a la parte del Mal, y por lo tanto compinche de Miguel? Todo lo veía muy confuso. No sabía a ciencia cierta quién era quién, iba de sorpresa en sorpresa. Se preguntó si también Andrés, el jefe de aquella organización que lo mandó para que le dieran aquel supuesto trabajo, estaba en la maquinación de todo aquello; y si así fue, culpable era por lo tanto igualmente José de todo lo que a él le acontecía. Le parecía ver que todo era una trama, un complot en el que todos habían participados. ¡Él era la única víctima allí!
Una vez que las partes estuvieron acomodadas en sus respectivos sitios, se alzó de su asiento Aramal y comenzó a exponer las pretensiones que tenían, para hacer posible el intercambio de prisioneros:
-Estamos aquí para tratar de llegar a un acuerdo respecto a la entrega por ambas partes, de los que están en poder del adversario.
En nuestras manos se encuentran Daniel, Carmen, José y Ciriaco, además de un número muy superior al que vosotros tenéis de otros prisioneros. Exigimos por lo tanto la devolución de Tania, Angustia __________

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y Samuel, y por supuesto esa pequeña cantidad de cautivos nuestros. Como se ve, nosotros tenemos más que dar que recibir, por ello requerimos nos sea entregado también a Du y Da.
Un murmullo de asombro y desaprobación se dejó oír entre los adictos al Bien.
Ernesto, que estaba sentado junto a Salomón, se alzó de su asiento y dijo tranquila y pausadamente:
-Utópica demanda la vuestra. La aspiración de querer poseer a Du y Da con la clara intención de poder doblegarle, o incluso eliminarle, es inverosímil e irreal. Du y Da son por completo independientes, van y vienen donde y como quieren; no están sujeto a ninguna orden ni signo de ninguna clase; aparecen y desaparecen tanto dentro del Bien como del Mal, y no existe fuerza que sea capaz de evitarlo. Esa pretensión es un indicio más de lo absurdo y estólido que es el comportamiento del Mal.
No parecía que allí hubiera arbitraje alguno, ni ninguna neutralidad que recayera en la personalidad de alguien, que hiciera de laudo para dirimir las opiniones contrapuestas en el intercambio de prisioneros. Tan sólo existían dos posibles alternativas: o se pertenecía al Bien o se era adicto al Mal.
De nuevo se levantó Aramal, y rabia se advertía en su lívida faz, no obstante su tono al expresarse fue suave, se podría decir cadencioso:
-Se nos podrá tachar de cualquier cosa, con más o menos justicia; que todo es relativo en su apreciación, pero nunca jamás de que seamos un atajo de imbéciles, si lo que habéis expuesto es lo que pensáis sobre Du y Da, dejadlo de nuestra cuenta, y consentir en que nosotros nos lo llevemos. Si podemos conseguir o no, el que sea eliminado de las almas de nuestros espíritus, es cosa nuestra.
Cabía por supuesto la sospecha de que el Mal algo tramaba. ¿Habrían encontrado la fórmula para librar a todos los adictos al Mal, de la posibilidad de que en cualquier futuro pudieran sentir la presencia de Du y Da en sus almas, y así la posibilidad de tornar a __________

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la parte benigna, a entrar en el Bien del amor de Dios? Pensaba con cara de preocupación Salomón, al oír el contundente modo de hablar de Aramal.
Ernesto y Salomón cruzaron en voz baja unas palabras entre ellos, antes de que éste contestara a lo dicho por el portavoz de Miguel.
-Ignoramos qué artimaña tenéis in mientes; pero lo que nunca consentiremos es que manipuléis de cualquier manera a los espíritus, para evitar que Du y Da puedan campar a su libre albedrío, tanto en una parte como en la otra.
Aramal soltó una sonora e insultante carcajada.
-Ahora tenéis miedo porque no estáis seguros, y el temor os invade de que ninguno de los que en este momento se hallan entre nosotros, pueda tornar en algún lejano futuro al redil del Bien, como mansos corderos, a formar parte del débil rebaño de la mojigata bondad.
Nosotros somos el Mal para vosotros; lógico, ya que componemos la parte opuesta; pero la verdad es que nosotros representamos la fuerza indómita de Dios, que es valentía y atrevimiento. Hay que vencer siempre, pues que el fin justifica los medios. Sólo los endebles son arrollados en el camino que conduce a la realidad desnuda de la creación del hacedor de los mundos. Vuestro gran error reside en creer que Dios está de vuestra parte, pero andáis equivocados. La astucia junto al valor y la genialidad inteligente, para ir ganando etapas en la consecución de formar un universo poderoso, que sea digno del poder infinito de la energía que irradia el Creador, es la absoluta y única verdad.
-La obcecación de vuestro raciocinio -contestó Ernesto-, no os deja ver la luz, y eso es así por voluntad divina; pero es lo cierto que mientras más recalcitrante sea vuestra tozudez, más largo y doloroso será el camino que habréis de recorrer hasta encontrar la voluntad última de Dios, de que todo el Mal sea al fin recuperado por el Bien.
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-Comprendemos vuestra ignorancia, ya que vuestra inteligencia es mínima -replicó Aramal con un gesto que quería ser de burla, en su acartonado rostro-. Pero siento deciros que no tenéis otra alternativa que sucumbir, más tarde o más temprano, bajo la arrolladora fuerza de nuestro incontenible empuje. Más os valdría aceptad nuestra supremacía; pues que somos los llamados a hacer frente a toda eventualidad, a todo obstáculo que se cruce en nuestro camino victorioso, hacia la plena consecución de llegar al fin para el cual estamos predestinados.
-No deseamos seguir oyendo hueras palabras. Vayamos a lo concreto, al hecho real por el que aquí estamos reunidos -quiso concretar Ernesto.
-Bien, pues decid qué nos ofrecéis. Tiene que ser algo equivalente a lo que nosotros entregamos, o no hay trato posible.
-El Bien nada ni a nadie entrega, a cada uno se les preguntará, y así pues cada cual decidirá según su voluntad y conciencia de querer tornar, o quedar entre nosotros. Creo que esa fue la condición que manifestamos, y que vosotros aceptasteis.
Aramal miró un instante a su jefe Miguel, éste hizo un gesto de asentimiento que fue por todos interpretado como de conformidad.
-De acuerdo -dijo el portavoz del Mal-, hagámoslo. Comenzad vosotros.
Ernesto alzó la mano, y con voz alta y recia llamó a Samuel. Tras breve instante apareció éste a su lado.
-He aquí a Samuel, al que vosotros nombrasteis como uno de los que deseáis recuperar -dijo Ernesto-. Preguntémosle, que responda por sí mismo su libre voluntad de volver a la iniquidad del Mal, o quedar bajo el manto protector del amor de Dios. Contesta expresando con claridad y absoluta conformidad tu sincero deseo. Que todos los aquí presente sepan cuál es tu más íntimo anhelo. Habla ahora -le conjuró Ernesto.
Samuel meditó su respuesta durante un tiempo relativamente largo.
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De una parte podía ser interesante volver al servicio de Miguel, si de verdad estos estaban en la creencia, de que él no había tomado parte activa en el rapto de Tania, sino que había sido también raptado junto con ella, así podría seguir su labor de espía dentro del seno del Mal; pero no estaba seguro de que todo fuera una artimaña de Miguel para poder apresarlo y vengarse de él. Por fin decidió manifestar su voluntad de quedar al lado del Bien; a ser posible junto con Tania. Pues que lo cierto era que en su íntimo fuero no se fiaba del Mal, y no quería sufrir la atroz tortura de estos.
-¿Cómo es posible Samuel? -dijo con rostro de aparente asombro Aramal, al oír las palabras pronunciadas por quien aparentemente deseaban salvar del poder, del llamado Bien-. ¿Qué es lo que te ha podido inducir a retractarte de tus propias convicciones?
-Mi afecto por Tania; ya que pienso que ella también querrá quedarse de esta parte, donde la consecución de la paz es el objetivo primordial que persigue, y por el que lucha el Bien.
-Tania jamás será vuestra -dijo saltando inesperadamente de su asiento Miguel, lo cual no era habitual dentro de la norma del protocolo a seguir en toda conferencia-. Mi venganza será terrible, si por cualquier motivo la habéis obligado a permanecer de vuestra parte.
-Nosotros no imponemos, ni forzamos a nadie a actuar contra su propia voluntad; cada alma debe de ser dueña de sus decisiones, y así responder ante Dios -contestó vehementemente Ernesto.
Si Dios es el Bien y Mal, ¿qué parte de Dios juzga a las almas? Pensó Daniel.
-Que salga Tania. Nosotros la interrogaremos -dijo Aramal.
-Las preguntas las hacemos nosotros -aclaró contundentemente Ernesto-, y también el orden en el que serán llamados -dicho esto llamó con recia voz el nombre de Angustia.
Apareció la obesa bruja de inmediato ante los más que porfiadores dirigentes.
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-Expresa tu decisión y preferencia, diciendo la parte en la que quieres permanecer, en plena libertad de conciencia. Manifiéstate -le conminó Ernesto.
-Mi más ardiente deseo -dijo ésta-, mi gran anhelo es volver a estar entre los míos; la parte fuerte que actúa y juega con astucia, donde la inteligencia busca los más ocultos derroteros para abrir a la luz la magia de los inventos del Dios poderoso; pues que únicamente a ellos les desvela el creador todos los terrenos de la ciencia. Después suelen aparecer los débiles y enclenques, los llamados bondadosos bienhechores de la otra parte que se aprovechan para usar lo que hemos descubierto, dándole otra aplicación diferente para la que fue creada en su principio. Si la parte del Bien considera pecado nuestro modo de proceder, nosotros igualmente podríamos nombrar pecado la forma de comportarse de ellos. Llegada la hora de la lucha, sí que oponen resistencia y usan las mismas armas que el calificado Mal emplea y ha creado. Lo cierto es que son unos redomados hipócritas que a nadie engañan. ¿Por qué estamos aquí? Veo que es para intercambiar prisioneros. ¿No quiere eso decir que ellos también hacen prisioneros a todo el que puede, y que no difiere en nada su conducta de la nuestra? Que respondan.
-Tanta calumnia y difamación nunca se han oído juntas -dijo Ernesto rechazando las injuriosas palabras de descrédito de la gordinflona vieja-. Nosotros a nadie torturamos, como vosotros hacéis, usamos la palabra que trata de convencer y conmover las fibras del alma para que la actuación de todos sea honesta y bienhechora en la persecución del Bien. Somos bondadosos, pero no mentecatos que nos dejemos avasallar por la perfidia del Mal. Por otra parte puedo asegurarte que también el Bien inventa cosas de provecho que ayudan al bienestar y la felicidad. Puedes marcharte, pero has de saber que al final serás nuestra; vendrás cabizbaja y arrepentida para unirte a nosotros, que sin ningún rencor te acogeremos en nuestro seno.
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-Nunca jamás me veréis tornar voluntariamente. El Mal es eterno, y eternamente estaré de su parte -dijo a la vez que se alejaba a unirse con sus adictos, la siniestra bruja.
-Ahora debéis ser vosotros los que preguntéis a dos de los nuestros, sobre su voluntad o interés de quedarse o tornar de nuevo al lugar en el que estaban -aclaró Ernesto.
Aramal mandó llamar a Ciriaco. Este se presentó ante la presidencia del Bien y el Mal. Parecía tímido y aturdido, con recelosa mirada y baja la cerviz, observaba a unos y otros.
-Manifiesta con libertad tu deseo de quedar entre nosotros. Sabes que te haremos fuerte al formar parte de nosotros, que constituimos el poder más grande del universo -así arengaba Aramal al temeroso Ciriaco.
-Protesto -interrumpió Ernesto la alocución de su contrincante-. Él está tratando de influir en el ánimo del prisionero con confusas promesas y falsedad.
-El modo cómo hagamos nuestras preguntas, es cosa de nuestra absoluta incumbencia, y no aceptamos tu protesta -contestó Aramal y continuó-: Di con toda claridad, para que todos lo oigan y sepan, que estar de nuestra parte implica tener dominio de sí mismo, atrevimiento y valentía para afrontar la aventura de la conquista de todas las almas de este mundo.
-Sí, sí. Yo seré uno de los vuestros, y siempre estaré dispuesto a acatar las órdenes, y obedeceré ciegamente vuestro mandato -dijo Ciriaco, aunque se apreciaba una cierta indecisión en sus palabras.
-Aquí tenéis una prueba -declaró triunfante Aramal-, de que nuestro mundo encierra una atracción para las almas jóvenes, sedientas de aventura y fortaleza.
Ernesto se sentó visiblemente contrariado. Sospechaba que alguna extraña causa había obligado a Ciriaco a quedarse en el seno del Mal. Consultó brevemente con Salomón: ¿Qué impulso habría motivado al joven a tomar aquella resolución? Convinieron en que Ciriaco no parecía ser el dueño de sus actos. Y esto junto con el __________

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deseo expresado por el Mal de quedarse con Du y Da, daba motivo a creer que algo habrían conseguido para doblegar la voluntad del libre albedrío del joven Ciriaco.
-Ignoramos qué clase de artimaña habéis empleado con él, pero es ostensible que está bajo los efectos de alguna clase de presión, ejercida para anular su libertad de elección.
Un coro de sonoras carcajadas se extendió por las filas de los adeptos al Mal. Las burlas no hicieron mella en Ernesto, pero su preocupación era manifiesta.
-Se ve que la pérdida de uno que creíais vuestro, os desconcierta hasta el extremo de llegar a falsas conclusiones. Nosotros hemos perdido a Samuel, aunque pensamos que en realidad era un espía vuestro; y tendrá su merecido si alguna vez cae en nuestro poder.
-Vosotros tan sólo sabéis hablar de venganza, de fortaleza y de poder. Perdón, humildad y amor no están en vuestro vocabulario, porque no tenéis comprensión para ello. El odio os invade el alma. Ahora tenéis que llamar al próximo -advirtió Ernesto.
-El siguiente será José. Que aparezca de inmediato -dijo Aramal, y al instante estuvo éste presente-. Habla y convence de una vez a los hipócritas estos, de que tu último deseo sería el estar junto a ellos.
-Declararé sin más rodeo mi aspiración a formar, mejor diré a tornar al abrigo del Bien, del cual nunca debí salir.
Quiero no obstante manifestar en público mi pecado, y hacer unas confesiones:
Reconozco que fui seducido por Miguel. Mi amor por Tania era grande en la vida terrenal; pero ella nunca me quiso; su gran pasión fue siempre por Daniel, que aunque fue su novio, jamás sintió por ella un verdadero cariño.
Toda la obsesión de Daniel residía en escribir algo grande, mas sus cualidades de escritor y poeta, su genio, dejaban mucho que desear; y cayó en la droga al sentir su incapacidad y fracaso. Se abandonó miserablemente y fue su perdición. Cierto fue que el padre de Tania tuvo algo de culpa, en el hecho de haberle proporcionado la heroína __________

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para que se llegara a inyectar una sobredosis, pero en última instancia fue su propia voluntad la que lo decidió.
He sido un iluso al creer que en esta dimensión espiritual, podría ganar el favor de ella con la ayuda prometida por Miguel, que odiaba hasta el límite a Daniel, pues no lo deseaba para su hija.
Tania, en su tormentoso dolor por la muerte de Daniel, echo la culpa a su padre, y en una violenta discusión, le clavó un cuchillo en el corazón y lo mató. Ante el horror de lo que había hecho, se arrojó de lo alto del balcón de su casa, y también ella murió.
La bruja Angustia, por orden de Miguel, ha intentado cambiarnos a Daniel y a mí nuestras almas, para que Tania se apartara de Daniel, y se sintiera atraída hacia mi espíritu, pero tanto Tania como yo hemos reaccionados a tiempo y hemos tornado a nuestro ser; pues el cambio ha sido pasajero, y somos nuevamente dueños de nuestras almas.
Daniel ignora todo esto, ya que él es un ser nuevo en la vida terrenal, y tiene una nueva oportunidad en su nueva vida. Tuvo un accidente provocado por el Mal; y está en coma en un hospital.
Tania en su locura aprovechó esta circunstancia para retener su espíritu en esta dimensión, lo cual es un pecado enorme que tendrá que purgar. Yo, valiéndome de Andrés, hice que viniera a Noreal.
Hubo un complot con Aramal, que lo mandó a que aparentemente espiara a Miguel; de esta forma se le tenía controlado. Se fracasó no obstante, en el intento de que Daniel muriera en el hospital, que era lo que Miguel pretendía.
Aramal parecía haberse quedado sin palabras, al oír aquellas sinceras confesiones de José. Al fin habló, con la rabia contenida del despecho:
-Eres un desagradecido y un traidor a nuestra causa. Así pagas lo que hemos hecho por ti. Pierdes uniéndote a la ñoñez de los bondadosos. Abandonas la fortaleza y el orgullo del poder supremo del verdadero Dios. ¡Márchate, no eres digno de estar a nuestro lado! A la gente como tú habría que poder eliminarla. Te aseguro __________

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que algún día el castigo, te vendrá irremisiblemente de nuestra mano.
-De esa manera queréis dominar; con la amenaza, con el miedo y el terror  -contestó  José-,  pero  al final  seréis vosotros los derrotados -sentenció, y se dirigió hacia la parte del Bien, donde fue aplaudido.
-Haced que se presente ahora Tania -dijo Aramal.
-Antes debéis vosotros dejar libre a Daniel sin hacerle pregunta alguna, ni someterlo a ninguna forma de presión, pues él no es de este mundo; su estancia aquí es inverosímil y anómala, y debe tornar a la tierra -exigió Ernesto.
-El que Daniel vuelva o no a su mundo, no depende de ninguno de los que estamos en éste. Depende en exclusiva de la vitalidad de su organismo, para afrontar y salir con éxito de su estado comatoso.
El que nosotros lo dejemos ir está sujeto a que Tania vuelva con nosotros. En caso contrario lo retendremos, y si muriera, su espíritu quedaría bajo nuestra influencia y tutela -declaró Aramal.
-Está visto que el Mal nunca cumple los acuerdos. Habíamos quedado en que cada uno expresara su libre voluntad de permanecer o marchar a la otra parte. Repito que eso fue lo que se pactó -dijo con visible enfado Ernesto.
-Tendréis a Daniel, y también os entregaremos a Carmen, si a cambio recibimos a Tania -propuso Aramal.
-La decisión es sólo suya, nadie la puede obligar. Nosotros no la cederemos si ella no lo desea -respondió Ernesto.
Parecía ser que Miguel no se fiaba, o por lo menos no estaba muy seguro de que Tania quisiera regresar con él. La prueba era los esfuerzos que el Mal hacía por poder conseguirla, ofreciendo no sólo a Daniel, sino también a Carmen. Quizá hubiera influido en ello las palabras que con anterioridad había pronunciado Samuel, diciendo que esperaba permanecer en el Bien junto con Tania.
Daniel había advertido que la jerarquía y el rango, eran cosas que tenían en comunes tanto el Bien como el Mal, y esto parecía ser lo __________

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más normal, incluso en el reino de los espíritus, pues es necesario que en todas partes exista un orden que se imponga al caos.
Al fin, tras una breve pausa en la que Ernesto consultó con Salomón. Fue llamada Tania para que expresara su voluntad de quedar de una u otra parte.
-Tengo que comunicar abiertamente, mi más rotundo deseo de continuar junto a los míos -dijo Tania-. Yo soy hija del Mal, y en el Mal he de permanecer. Bien es que, el que en la tierra fue mi padre, me enseñó el odio, pero no tiene ahora potestad sobre mí, me declaro libre de su tutela, y pretendo ser una figura destacada y superior dentro de los espíritus malignos. Es la voluntad del Creador. Combatiré a Miguel para alzarme sobre él, y ser la que domine en el Mal en la mayor, o en una gran parte del mundo. Demostraré que soy más fuerte que él. Mi hora está aún por venir, y os juro que recordaréis con espanto mi nombre. Los hilos de la trama de Dios, han fijado mi destino.
El asombro ante las palabras de Tania fue grande en ambos bandos.
En el rostro de Miguel empezó a dibujarse una amplia sonrisa.
Sorpresa y estupor se reflejaba en la faz de Salomón, que había abrigado una cierta esperanza, de que Tania hubiera decidido quedarse con ellos, pero las cosas toman siempre un imprevisto derrotero. ¿Por qué había querido huir con Samuel, si su preferencia era continuar dentro del Mal?
-Con nosotros -dijo Ernesto- podrás purgar tus pecados y llegar a ver la luz, y ser en verdad libre. Si te empecinas en quedar con ellos, te hundirás cada vez más en el fango de la maldad.
-¡Calla! Mi decisión está tomada y no hay más que hablar -espetó Tania mirando furiosa a Ernesto.
Un pesado silencio se extendió por todo el recinto. No fue muy duradero, pero sí sobrecogedor.
Carmen y Daniel fueron liberados sin que se les efectuara ningún interrogatorio. El resto de los espíritus fueron canjeados con una __________

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cierta ligereza, y de un modo rutinario; bastaba con un sí o un no, a la pregunta de quedarse, o preferir marcharse.
Du y Da habían permanecido todo el tiempo en un mutismo absoluto. Nadie había reclamado su presencia; todos estaban, parecía, completamente seguros al definir sus posiciones y preferencias en las declaraciones efectuadas.
Cuando todo estuvo concluido, ambos ejércitos se retiraron sin que surgiera problema alguno, a sus respectivos dominios.
Pasó algún tiempo desde aquella reunión o conferencia entre el Bien y el Mal, y aún seguía en el ánimo de todos la incógnita, de la extraña decisión tomada por Tania. Nadie llegó a comprender tal actitud. Quizá, tan sólo Carmen mantenía una cierta sospecha sobre el motivo que la podría haber impulsado a hacer aquello; pero no había querido hablar con nadie del asunto, se resistía a manifestar lo que pensaba a los demás.
Daniel había comenzado a habituarse a aquella extraña vida. Ya no sentía aquella imperiosa necesidad de comer y beber de los primeros tiempos. A veces todos lo hacían, comían como una fiesta o un rito a su anterior vida humana. ¿Sabrían algo de esto los antiguos, cuando ponían alimentos en los ataúdes de los muertos? Su relación con Carmen era cada vez más íntima, de una gran amistad. Los sentimientos que había tenido por Tania se habían atenuado; la apreciaba y le tenía mucha simpatía y afecto, a pesar de lo que hubo manifestado en presencia de todos, con respecto a su pertenencia al Mal, pero nada quedaba ya de aquella casi incontrolable y desbordante pasión que le había embargado de un modo extremadamente doloroso. La pasión sentida, pensaba, fue de concepto demoníaco, como una abominación del deseo que intenta retener, acaparar y adueñarse del objeto de su pecado.
Daba largos paseos, a los que Carmen le acompañaba muchas veces, y hablaban de la forma de cómo avanzar en el conocimiento de la verdad, para formar parte de la bondad y el amor de Dios, y no caer en la tentación del Mal.
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Daniel había advertido que ya no se perdía por el pueblo, siempre sabía dónde se encontraba y cómo poder tornar a su punto de partida. Aquella especie de maldición que había sopesado sobre él durante un gran tiempo, se había terminado. También había comprobado que al igual que los demás espíritus, podía recorrer grandes distancias, si así lo deseaba, en una mínima fracción de tiempo.
El restaurante ya no era lo que fue cuando él llegó allí; estaba abandonado y nadie concurría para tomar algo, o incluso comer; ni tampoco se hacían reuniones para dialogar, y donde los espíritus de una y otra parte se espiaban mutuamente. Pensaba que todo había sido una especie de teatro montado por Tania, para retenerlo a él y que permaneciera a su lado.
Un día tuvo el deseo y la curiosidad de querer ir a la ciudad. Quería verse a sí mismo en el hospital. Quizá lograra saber qué posibilidades tenía aún de volver al mundo terrenal, o si su estado era irreversible y tan sólo esperaba a la muerte. Lo cierto era que su espíritu no quedaría libre para unirse definitivamente al Bien, tal vez al Mal, o volver reencarnado en un nuevo ser, como ya al parecer le había pasado una vez. En tanto su cuerpo no diera su último aliento, su estado en ese mundo de los espíritus era inamovible, era un estar y no estar; al no poder ser nada determinado, y esto le inquietaba sobre manera.
Así pues un día tomó la determinación y marchó solo a la ciudad.
Era fascinante vagar sin ser visto por aquellas calles repletas de gente que iban de una a otra parte, preocupados cada uno en sus cotidianas tareas; ignorantes de que un ser espiritual pudiera estar observándolos. No había obstáculo alguno que le impidiera avanzar por donde quería, por entre los muros o barreras metálicas, no importaba la materia de la que estuviera compuesta, incluso a través de los cuerpos de las personas. La esencia inmaterial del espíritu no tenía dificultad para moverse con toda libertad, en todas las direcciones.
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Recordó el encuentro que tuvo con Tania en la ciudad. ¡Qué diferente! Entonces todo fue para él tan real, como si fuera la misma vida humana. Ahora sabía que todo fue una manipulación de Tania, que lo hubo maquinado desde el mismo momento en que él cayó en coma.
Era la primera vez que, como espíritu, veía a los seres vivos; y esto para él era una experiencia emocionante, insospechada hacía no mucho tiempo. No dejaba de maravillarse, y se distrajo, como un niño con juguete nuevo, recorriendo por todas partes mirando a la gente, y sabiendo que nadie podía verle.
Al fin llegó al hospital donde su cuerpo estaba ingresado. Entró en la habitación y se vio postrado en una cama. Parecía dormir, y su lecho estaba rodeado de personas y aparatos complicados.
Reconoció a su madre, su hermana y su padre. Su madre hablaba con quien debía ser, por la apariencia, un médico, y oyó a éste decir:
-De veras que lo siento profundamente señora, pero debo de decirle que tan sólo un verdadero milagro, podría hacer volver a su hijo a la vida. Los aparatos son los que mantienen sus constantes vitales. Verdad es que la esperanza es lo último que se pierde, y aunque él es joven y fuerte, hay que considerar que si esta situación se prolonga en el tiempo, se debería pensar en tomar alguna decisión.
-Si se refiere Vd. a pensar en desconectarlo para que muera, me veo incapaz de optar por esa alternativa -dijo su madre, y se apreciaba una profunda tristeza al resbalar silenciosas las lágrimas por su arrugado rostro.
Daniel quería gritarle que no se preocupara, que él estaba bien y que nada malo le pasaba. Pero era consciente de que la comunicación con ella, era de todo punto imposible. Los seres humanos no pueden oír las voces de los árboles, ni tampoco las de los espíritus.
Vio como su madre se acercó al lecho donde él yacía, y acariciaba con mano temblorosa su pálida faz y sus negros cabellos. Su padre __________

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la abrazó, y la llevó hacia la puerta diciéndole palabras de consuelo. Afligido se marchó también Daniel del hospital.
Se extrañó de que su tío no estuviera allí. ¿Cuándo fue la última vez que lo vio? De repente cayó en la cuenta de que su tío había muerto, hacía algo así como un año. Comprendió que cuando estuvieron juntos aquel día que lo visitó en la taberna, y fueron a pasear un rato, no fue un encuentro real, sino que había estado con su espíritu, pero él no lo advertía, ni su tío nada le dejó entrever de lo que le pasaba. Como en Noreal, que nadie nada le decía. Tenía que ir dándose cuenta por sí solo. ¿Dónde estaría el espíritu de su tío ahora?
Debía de intentar buscarlo. Quizá pudiera ayudarle, o aconsejarle.
¿Qué pasaría con él, si permanecía en aquella situación? Su actual estado se podría teóricamente prolongar durante años, quizá indefinidamente; por eso el doctor dijo que habría que hacer algo llegado el caso, en que se viera que una recuperación fuera poco menos que imposible. Naturalmente los padres nunca quieren dejar morir a sus hijos; pero su espíritu no quedaría plenamente libre, hasta que no muriera su cuerpo.



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© Rodrigo G. Racero